Cada lunes y viernes a las 10:00 de la mañana, el director Dante Cucurullo, acompañado de tres amigos profesores, enrumba su vehículo hacia la turística zona este del país.
Aunque pudiera parecer sacrificado, para él no lo es. En Cap Cana dirige un proyecto que lo entusiasma: formar niños para integrar una orquesta de cámara, que aún no sabe cómo se llamará.
Sus gestos elocuentes, el brillo de sus ojos y la sonrisa que ilumina su rostro son pruebas inequívocas de los sentimientos que este proyecto le provocan.
La sorpresa que se ha llevado ha sido satisfactoria; a través de convocatorias descubrió el talento musical de niños y adolescentes de las zonas de Verón y Juanillo (provincia La Altagracia).
“Es contradictorio que una zona que tenga tanto desarrollo turístico tenga un escaso desarrollo cultural, a nivel académico de las artes. En Verón encontramos niños con unos talentos excepcionales, que inclusive estaban estudiando violín con unos tutoriales que existen en YouTube”, relata Cucurullo, quien además es director de una academia privada de música ubicada en Cap Cana, lugar donde se imparten las clases.
Los cuarenta niños que son parte del proyecto ya están siendo alfabetizados musicalmente, a pesar de no contar con los instrumentos. Por esa razón apela a la sensibilidad de las personas e instituciones que quieran colaborar donando un instrumento o apadrinando a uno de los niños cuyas edades van de 6 a 16 años aproximadamente.
“La música cambia la vida de cualquier niño. Por eso apoyo firmemente el proyecto que tiene el Ministerio de Educación de las bandas escolares. Sus frutos se verán a largo plazo para que la gente vea cómo la música, las artes pueden cambiar la mentalidad de un niño y muchas veces aislarlo de todas las cosas malas y dañinas que lo rodean”, asegura a ¡Alegría!
Es una réplica. Este proyecto que Cucurullo encabeza en Cap Cana no es más que la réplica del que en diciembre de 2014 empezó a dirigir en Haina con el soporte de la fundación de la Refinería Dominicana de Petróleo (Refidomsa).
“Ya tenemos la Orquesta de Cámara Infantil de Haina. En un año trabajando ya han hecho dos conciertos y han tocado el Himno Nacional en algunas actividades. Esto que estamos haciendo en Haina es lo que quiero replicar”, afirma con entusiasmo.
Aunque reconoce que el ambiente que rodea a esos niños es difícil, indica que tan pronto ellos se ponen en contacto con la música se disciplinan y que protegen sus instrumentos como si fueran parte de sus cuerpos.
“Nosotros nos topamos con casos de niños con brazos rotos o con fiebre yendo a ensayar a la orquesta. El deseo de aprender los lleva a eso. ¡Hay tantas historias maravillosas! Ellos ya se están destacando en la comunidad”, expresa tras señalar que este es un proyecto que todas las empresas de la zona deberían emular.
Cucurullo está convencido de que se hiciera así tendríamos un mejor país y mejores personas.