Transiciones presidenciales

Transiciones presidenciales

Cuando alguien va a transferir la administración de una empresa, son muchos los aspectos a tomar en cuenta para que la transacción sea correcta y transparente. El caso es válido tanto para un ventorrillo como para una mega empresa. El que deja la administración tiene que entregar a quien la recibe un inventario de productos, un estado de ingresos y gastos, los títulos de propiedad y el estado de funcionamiento de los equipos.

Debe uno preguntarse entonces: si todos esos requisitos son cumplidos en la empresa privada, )por qué no pueden ser cumplidos en la transición de un gobierno a otro? )Cómo es posible que haya más exigencias entre pequeños comerciantes que entre grandes políticos? La primera respuesta podría ser que la propiedad pública parece no tener dolientes. Otra respuesta sería que no existe ley o reglamento alguno que establezca las normas para la transferencia de un equipo de gobierno a otro. Evidentemente no hay regla que obligue, por ejemplo, al Partido Revolucionario Dominicano (PRD), a presentar una memoria detallada y confiable bajo firma de notario público al gobierno entrante del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Desafortunadamente, los informes de los salientes son hechos por los mismos funcionarios que han administrado la cosa pública y nunca verificados por parte ajena. Esto así, esas declaraciones no tienen validez legal alguna porque, de hecho, los funcionarios se han convertido en juez y parte de sus propias actuaciones. Los políticos que próximamente entrarán en funciones sí deben aclarar que el recibo de esos documentos no quiere decir de manera alguna que esas informaciones sean buenas y válidas ni que con ello se descargue de responsabilidades a la otra parte.

Hasta ahora, la transición presidencial más bien ha dependido de la espontaneidad y la intención de los salientes. Parece que, para la próxima, lo más conveniente sería que alguien empezara desde ya a diseñar un proyecto de ley que fije las reglas del juego para el interregno entre diferentes gobiernos. Un Presidente insólito e irresponsable podría esquivar el cumplimiento de sus responsabilidades alegando que algún problema no fue creado por él sino por otros que lo precedieron. Dicha ley debía incluir asimismo las sanciones para aquellos funcionarios, incluyendo al Presidente de la República, que obstaculicen o nieguen la entrega de informaciones confiables. La transferencia del gobierno de la nación tiene que ser parte formal y obligatoria del ejercicio presidencial y no un acto de gracia hacia el ganador de las elecciones.

El inicio de la elaboración de esta legislación no debe ser pospuesta por un día más. Cuando los 17 de agosto de cada año inaugural los funcionarios asumen el control del Estado, lo que encuentran son cascarones vacíos. Rara vez localizan archivos donde se pueda comprobar qué se ha hecho durante cuatro años y qué planes o proyectos están previstos para ser ejecutados. Lo habitual es que los que dejan el gobierno saqueen los archivos para borrar las huellas de sus andanzas extraviadas. El inventario de propiedades no tiene forma de ser comparado con lo recibido cuatro años atrás más lo comprado durante el período. Lo que puede esperarse es que los fondos asignados a todos los departamentos sean agotados antes de la entrega, así como las deudas aumentadas hasta lo impagable.

En República Dominicana las anomalías de las transiciones presidenciales se agravan porque éstas han sido casi siempre hostiles entre los entrantes y los salientes. Es fácil determinar que durante los últimos cien años de historia dominicana sólo un traspaso de la Presidencia de la República no ha sido hostil: el de 1996 cuando Joaquín Balaguer le transfirió la banda presidencial a Leonel Fernández. En ese momento hubo un acuerdo en función de coincidencias coyunturales. El resto de las transiciones han sido regidas por contradicciones antagónicas e irreconciliables, aún cuando hayan tenido lugar entre Presidentes del mismo Partido político. Algunas transferencias de gobierno pudieran ser consideradas aparentemente amistosas como las que tuvieron lugar a partir de las dos ocupaciones militares de Estados Unidos, de dos golpes de Estado, de tiranías o de dictaduras. Sólo que esas no fueron otra cosa que comedias vulgares y baratas.

Visto todo lo anterior, sería bastante razonable que un sector de la ciudadanía iniciara la elaboración de un proyecto de ley que permitiera que la transferencia de poder de un grupo a otro no tuviera, necesariamente, que ser un período de caos desorganizado. Como parte del juego democrático, el interregno debía ser el período más transparente y legal de un ejercicio presidencial. Para ver si algún día podemos vencer a la impunidad de los políticos y darle continuidad a los gobiernos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas