Transitando el camino de la sabiduría de mano de los padres

Transitando el camino de la sabiduría de mano de los padres

Obra "La sabiduria de la niña flor", de Marcelle Latour Rimoli.

“El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”. Aristóteles

2016 es un año asombroso, sabio y mágico. La energía guardiana de este año es la del búho, que custodia los portales de la sabiduría, de los cambios y de la transformación. En hebreo y arameo se nombra la sabiduría con la palabra jokmâh, una función de la mente entrenada, que los escritores bíblicos relacionan con la obediencia a los principios de Dios.

La profesora de arte Sorcha Carey dijo: “No hay que confundir nunca el conocimiento con la sabiduría. El primero nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir”. La sabiduría capacita a las personas para responder con ecuanimidad a los desafíos que les presenta la vida. Desde el punto de vista cabalístico, sólo al confiar en Dios -y rendirnos a él- podemos relacionarnos sabiamente con las frustraciones, y las dificultades propias de la existencia.

Un salmo atribuido a Moisés dice: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. La sabiduría asiente a que lo que es sea, y así quedamos libres para la felicidad. El auténtico sabio tiene un corazón alegre.

La sabiduría tiene un sentido muy práctico: hacer la vida más agradable y placentera. No podemos aprender sabiduría en un libro, la TV, o las redes sociales. Esos medios sólo nos aportan información. 1 Corintios 1:24 dice que Cristo es la «sabiduría de Dios». Cuando logramos aplicar los datos a nuestra vida, la información se transforma en conocimiento, pero la sabiduría es una gracia divina que llega cuando rendimos nuestra vida al Creador.

¿Cuál es el camino hacia la sabiduría? busca un modelo y mira lo que hace. Imagina que te contratan para construir un gigantesco edificio. Tendrás todos los recursos que necesites, más 40 millones de pesos de beneficios. La condición es que tú seas el único ingeniero que puede participar en la obra. Sin embargo, estás recién graduado y no sabes nada de construir edificios de esa envergadura. ¿Cómo aprovechar esa gran oportunidad?

Quizás podrías lograrlo si pides un plazo que te permita estudiar duro, contratar asesores privados, buscar un tutor y leer todos los libros de ingeniería sobre edificios gigantescos que puedas. Embarcarse en un proyecto de esa magnitud, sin la experiencia y la capacitación adecuadas, podría ser un entierro profesional.

Embarcarse en un proyecto tan importante sin el entrenamiento necesario es un haraquiri. La vida es más delicada que la construcción de un edificio. ¿Te has preguntado qué nos lleva a elegir pareja, casamos y criar hijos sin ningún tipo de entrenamiento ni asesoramiento? Muchos dicen que esas cosas no se planifican, y arreglan la carga en el camino. Si por alguna razón las cosas les salen mal, comienzan otra vez desde cero.

He visto personas levantar relaciones de forma tan irresponsable como quien levanta un edificio, sin saber si los cimientos lo van a sostener. Mucha gente de mi generación están teniendo hijos de nuevo para “hacerlo mejor”. Especialmente, los hombres separados que no dedicaron tiempo a la progenie que quedó con la madre, pueden desear volver a tener hijos  en una edad madura para “disfrutarlos”. ¿Conoces ese caso?

La gente que ha construido una vida significativa ha buscado a personas sabias, que le permiten ahorrar un tiempo valioso en “corregir” errores. El filósofo, poeta y teólogo suizo Johann Kaspar Lavater dijo: “Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir”.

La ilusión de la independencia hace que muchas personas prefiera lanzarse en importantes proyectos, sin consultar a otros que han logrado llegar al objetivo que ellos quieren lograr. Imagina que pudieras viajar en el tiempo 10 años hacia el pasado, y que pudieses enseñarte a ti mismo una lección importante en base a las experiencias que has ganado ¿Te escucharías? ¡seguro que si! Tus vivencias te permiten mirar cosas que desconocías hace una década.

¿Crees que conversar con alguien 30 años mayor que tú puede aportarte algo? La mayoría de nosotros tiene un valiosísimo recurso de sabiduría a la disposición: los padres. Un sabio proverbio chino dice: “El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él”. No sigas hacienda las cosas en tus propias fuerzas. Aprende a pedir ayuda, a solicitar consejo.

Los padres siempre son mucho más sabios de lo que suponemos. El escritor Mark Twain comentó que cuando fue a la universidad, su padre era un tonto, pero que cuando volvió cuatro años después, estaba sorprendido de cuán sabio se había vuelto su papá.

¿Tus padres ya no están? Siempre hay soluciones. Pide ayuda a los progenitores de tu pareja o de alguno de tus amigos. Te aseguro que estarán encantados de compartir lo que han aprendido a lo largo de su camino.

 

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