Tránsito pentadireccional

Tránsito pentadireccional

Antiguo prejuicio advierte que no debemos dar a conocer con antelación proyectos de vida animados por una persona. En el caso del que voy a exponerles, sin embargo, creo indispensable dar a conocer el estudio que realizo. Mi meta es ganarle unos cuartos al gobierno. Ahora bien, también pretendo resolver el problema de la circulación vehicular. El objetivo de mi proyecto es adecuar la circulación vehicular del país a los modos y costumbres propios del dominicano. En la base de mi estudio –fíjense la importancia que atribuyo al asunto- se encuentra un principio del derecho.

Los filósofos entienden que el derecho es consecuencia de reiteradas prácticas sociales dirigidas al ordenamiento político y jurídico de una comunidad. Parto, por tanto, de este axioma. Porque deseo proclamar a voz en cuello que en materia de tránsito vehicular el Gobierno Dominicano lo ha hecho todo al revés. En la República Dominicana se han impuesto normas traídas desde otras latitudes, porque somos unos copiones. En cuestión tan sencilla como lo es el movimiento de vehículos automotores y de tracción animal y muscular se debió partir del hábito de las gentes.

De este modo habríamos trillado el camino que los filósofos del derecho identifican como el origen de toda ley. Y en cierta medida el ordenamiento del tránsito vehicular está sujeto a la ley. Porque en adición a la ley de tránsito, son observables en igual sentido los reglamentos y disposiciones administrativas votados con ese fin. En el entendido de que este proemio es excesivamente prolijo para hablar de cuestión de elevada sencillez, me preguntarán ustedes dónde se encuentra el meollo de mi proyecto.

Transita usted, muy orondo, por calle de una vía. De pronto se topeta usted con dos vehículos que en sentido contrario vienen sobre su vehículo a gran velocidad. Uno le pasa por el flanco derecho y el otro, que es un motociclista, por el izquierdo. A usted se le crispan los nervios, se le erizan los vellos y se le paran los pelos de punta. No bien descarga su adrenalina, cuando, poco antes de llegar a la intersección topeta con otros que pretenden doblar en violación de las normas vigentes. Intenta usted señalarle que varios letreros de hojalata lo advierten que no debe entrar y que la calle es de una vía. Entonces los transgresores le recuerdan la fecha de nacimiento de su mamá, que ya usted había olvidado.

Este panorama que se repite por doquier, incluyendo las autopistas y carreteras, se resuelve con enorme facilidad. ¡Tenemos que adecuar la circulación a los modos y maneras del dominicano! En calles de cuatro carriles, por ejemplo, hemos de adoptar la circulación pentadireccional. Consiste ésta en autorizar que en cada zona de circulación pueda transitarse en ambos sentidos, lo cual ofrece más amplitud de movimiento. Además, por el centro, motociclistas y otros vehículos similares podrían moverse en ambos sentidos, completando un cuadro que nos favorecerá enormemente.

No se afanen empero, por conocer mi proyecto en su totalidad. Lo dicho es sólo un avance. Para que el proyecto pueda ser acogido necesita más profunda elaboración.

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