Los accidentes de tránsito siguen ocupando lugar cimero entre las causas de muerte en este  país, y la temeridad y el caos predominan entre las principales causas de esos percances.

El viernes, nada menos, once personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad,  al colisionar con una patana una de dos guaguas de las denominadas “voladoras” cuyos conductores competían en una zona de gran densidad de tráfico. Las competencias de este tipo son muy frecuentes por el caos que caracteriza el tránsito. Parecería que la autoridad teme hacer cumplir las reglas de conducción de vehículos de motor, pues en muchas ocasiones las violaciones se cometen ante sus narices  sin que actúen como corresponde.

Asumir el control y ordenamiento del tránsito debe convertirse en  una de las prioridades de las autoridades.  No es posible que se continúe pasando por alto violaciones como el exceso de velocidad, manejo a contravía, cruce de semáforo en rojo, mal estacionamiento, proliferación de paradas donde está expresamente prohibido y otras actitudes que contribuyen con el caos. No es posible que conductores desaprensivos sigan poniendo en juego la seguridad de pasajeros y transeúntes sin pagar las consecuencias. Conducir un vehículo con temeridad y violando las reglas es una actitud homicida. Queremos que nos convenzan de que hay autoridad para adecentar el tránsito.

Viviendas de interés social

El anuncio de la construcción de 8,196 viviendas para familias de bajos ingresos es una noticia refrescante para muchos dominicanos de clases media y baja y una válvula idónea por la que pueden fluir los fondos de pensión hacia una inversión amparada en las regulaciones del fideicomiso. El blanco de esta iniciativa son aquellos sectores para los cuales el acceso a una vivienda propia ha estado cerrado. Los sectores público y privado han formado para estos fines una alianza con buenos augurios.

En un país de alto déficit habitacional, sobre todo en la franja de las familias de bajos ingresos, la puesta en marcha de un plan como el anunciado abre expectativas de mejoría en la calidad de vida de la gente. Es imperativo que se garantice el retorno de los recursos  aportados por el fondo de pensiones y que haya  un estricto apego al carácter social de este proyecto, cuyo fin es favorecer a familias de escasos recursos.