Hay que aferrarse al éxito económico y para ello es necesario converger en el largo plazo con lo mejor del presente. Como lo sugiere la experiencia histórica de los países que lo lograron, una buena manera de iniciar el proceso es privilegiando investigaciones científicas como lo ha venido haciendo la DGII.
La muestra más reciente son los tres estudios empíricos y de economía política, con conclusiones provocativas, sin dogmas, sin prejuicios y tolerantes, que con el tema común de la fiscalidad se presentaron el pasado viernes en el seminario “Hacia la convergencia con la OCDE: Equidad, incentivos tributarios y cumplimiento en la República Dominicana”.
En concreto, converger con la media de los parámetros impositivos y de gastos de los países de la OCDE. Para pertenecer al club la transparencia total en el accionar de las instituciones públicas es fundamental, apreciándose en esa dirección las palabras de Guarocuya Félix, que próximamente el Ministro de Hacienda firmará un compromiso para intercambiar informaciones sobre cuentas bancarias de ciudadanos norteamericanos residentes en el país. Agrego, tenderá a mejorar la credibilidad del país en una época en que pocos son los paraísos fiscales que quedan, y República Dominicano no puede ser uno de ellos.
También la cita que hizo de las reformas estructurales pendientes, entre las que mencionó la laboral para generar empleos formales y crear las condiciones que conduzcan a una ampliación de la base del impuesto sobre la renta. Los números de la encuesta nacional de trabajo y los del PIB son básicos para la reforma, se usan en la construcción del indicador productividad del trabajo (producto medio del trabajador), que según estudio del BC creció 42.5% en los años 2005-2013, exagerado para algunos sectores.
Para aclararlo, dentro de la política de transparencia total, sería positivo que otra entidad oficial organice un seminario para discutir abiertamente datos y mecánica de cálculo del indicador, que por sectores es el valor agregado dividido por la población económicamente activa ocupada, y ponderando por la participación en el empleo total. La heterogeneidad entre sectores, por ejemplo, las estadísticas indican que en manufactura local la productividad fue 53% y 10% la agrícola, mientras de la población económicamente activa ocupada en el 2013, el empleo agrícola representó 14.3% y 9.8% la manufactura local. Es decir, el crecimiento de la productividad de la manufactura local fue cinco veces la agrícola, pero este último creó más empleos.
Además de discutir todos esos aspectos, del seminario podría surgir la conclusión de que la política pública debe privilegiar ambos sectores (agrícola y manufactura) sobre los demás, sustentando no solo las reiteradas solicitudes en ese sentido del empresariado, también la visita semanal del Presidente Medina a campesinos humildes. Y recomendar igual trato a pequeños y medianos empresarios urbanos que califican como manufactura local, porque las facilidades de capital a esos grupos aceleran la reducción de la pobreza, como lo sugirió el estudio “progresividad de los impuestos al consumo” de la DGII, cuando afirma más o menos lo siguiente: “La progresividad o regresividad del Itbis depende de los datos progresivos excluyendo las transferencias (donaciones familiares y del gobierno) que reciben sectores de menores ingresos”. El reto es cambiar las transferencias por inversiones.