Transporte público, mucha inversión
y ninguna solución

Transporte público, mucha inversión <BR>y ninguna solución

POR CARMEN CARVAJAL
La creación por parte del presidente Leonel Fernández, de un organismo que se ocupará de evaluar la posibilidad de instalar en Santo Domingo un sistema de trenes urbanos ó tranvías, ha sido recibida por muchos con escepticismo, debido, sobre todo, al costo que supondría para las debilitadas arcas estatales.

La excusa del costo ha sido esgrimida siempre para evitar establecer en el país un sistema moderno de transporte, que resuelva el problema de los millones de dominicanos que cada día deben desplazarse a través de un sistema ineficiente, lento y costoso, que supone para el país la inversión de miles de millones de pesos en importación de vehículos, repuestos y combustible y que, sin embargo, constituye un dolor de cabeza para usuarios y gobierno.

Son numerosos los estudios de factibilidad y los proyectos de solución a los problemas de un país, donde los hechos demuestran que ciertamente, el peatón ocupa un lugar no muy agradable en la escala social y humana, y ha visto desaparecer sus espacios, los árboles que recorrían con él la ciudad y lo ayudaban a combatir el calor y a las aceras privatizadas por comerciantes que las utilizan para exponer sus mercancías y por conductores que las usan como parqueos.

Trenes, subterráneos, tranvía. Todas las opciones se han analizado, pero a la larga, no se aplica ninguno de los estudios. Desde los 12 años de gobierno del doctor Joaquín Balaguer, se ha optado por buscar solución a los problemas de los sindicatos de choferes, más que a las necesidades de los ciudadanos de a pie.

El gobierno de Antonio Guzmán creó la Oficina Nacional de Transporte Terrestre, que ofreció un servicio eficiente y puntual en las rutas que cubría, pero fue descuidada y politizada y llevada a la quiebra.

Durante los diez años del doctor Balaguer, 1986-1996, se importaron guaguas escolares desechadas de Estados Unidos, las denominadas “banderitas” y se inició lo que podría ser el antecedente del Plan Renove. Entonces el gobierno importó una partida de vehículos para facilitarlos a los taxistas que servían a los turistas.

Muchos de estos vehículos fueron a parar a manos privadas y otros fueron devueltos por los taxistas, que no pudieron cumplir los acuerdos a que llegaron con los bancos intermediarios.

Renove

El Plan Renove, iniciado por el primer gobierno del doctor Leonel Fernández, tenía como primer objetivo traer vehículos que operarían como los taxis amarillos de Nueva York. Circularían por las calles de la ciudad para operar como taxistas independientes, sin una estación localizada y dando el servicio más barato que los taxistas de compañía.

Sin embargo, esto no funcionó y  aunque durante las primeras semanas los taxistas circularon por la ciudad, cuando llegó la hora de realizar el primer pago, se desesperaron y comenzaron a “conchar” unos, y a servir a las compañías privadas, otros. Muchos pasaron a manos privadas.

Para el plan Renove se importan vehículos con préstamos internacionales, avalados por el Estado Dominicano, por lo que se constituyen en deuda pública y los vehículos pasan a manos de los choferes.

Aunque inicialmente se comenzó con los “pollitos”, posteriormente se invirtieron decenas de millones de pesos para importar minibuses que pasaban a manos de las asociaciones privadas de choferes.

Durante el período 2001 al 2002 se tomaron préstamos por el orden de los US$122.2 millones en la banca privada, con aval estatal, para importar minibuses y partes para este Plan. A esto se suman unos US$12 millones avalados por el Ayuntamiento del Distrito Nacional.

El cuadro anexo muestra una parte de los préstamos utilizados para este plan, y que se encuentran en la base de datos del Departamento de Crédito Público de la Secretaría de Finanzas.

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