Transporte público privado

Transporte público privado

UBI RIVAS
Con los auspicios de la UASD, CODIA, UNIBE y la Cámara Dominicana de la Construcción, concluyó el 04 del presente mes de agosto un seminario en el auditorio del Banco Central donde se formularon propuestas para modernizar y eficientizar el transporte colectivo público en la capital dominicana. Se intuye que con la incorporación de un transporte público moderno en la capital dominicana, se explica en el resto del país, especialmente en Santiago de los Caballeros, porque en otras ciudades no requiere de terapias nuevas debido a su débil densidad vehicular.

El país desconoce los pormenores de relieve que se trataron en el seminario de referencia, pero siempre he considerado que el transporte colectivo público debe asignársele al sector privado, porque la experiencia ha demostrado que cuando lo arbitra el Estado, resulta fallido y ruinoso.

Pero no solamente el transporte público, sino todo lo que cae dentro del ámbito del sector privado, la categoría empresarial, resulta un fiasco cuando la administra el Estado, en cualquier país.

He insistido siempre que el transporte colectivo público, que lo inició el presidente Joaquín Balaguer en la administración edilicia inolvidable de Papi Estrella y luego la acentuó el presidente Antonio Guzmán, debe endosársele al sector privado enteramente.

El presidente Leonel Fernández categorizó la solución del transporte colectivo público como un reto crucial de su gobierno y para que resulte óptimo recomiendo al gobernante primero escuchar a don Isidro Santana, conjuntamente con los propietarios de Metro Tours, Caribe Tours, Terra Bus, Transporte Espinal y todos los empresarios involucrados en el transporte colectivo público, pero privado.

El presidente Fernández está compelido y constreñido a superar el caos que impera en el transporte público colectivo para modernizar ese sesgo obsoleto que ningún gobernante ha osado enfrentar, y suprimir a cinco mil carros destartalados de concho que caotizan el tránsito, que se detienen abruptamente donde les viene en ganas, que taponan el tránsito y que despilfarran una millonada de dólares en combustibles, gomas y piezas de recambio.

El presidente tiene, está obligado a reducir, atajar, la hemorragia que supone esta barbarie teniendo muy en cuenta que con los precios de los carburantes por sobre los récords históricos de US$60 el barril y con tendencia a no reducir por la exhorbitante demanda creciente tanto de China Comunista como de India, y que supondrá una elevación de nuestra factura petrolera este año por sobre los US$2 mil mm ó RD$60 mil mm, es menester poner un alto.

Poner un alto y desmantelar los carros de concho y asignar al sector privado de autobuses a una parte de los choferes, otra enrolarlos en los créditos de PROMIPYME y otra partida en los asentamientos del IAD.

De esa manera, el presidente también contribuirá a anular para siempre (eliminar) la batahola de los sindicalistas del transporte público que chantajean a los gobiernos cada cierto tiempo, idéntico a los médicos y que ambos, tienen al país tan hastiados como las rebatiñas a lo interno de los partidos políticos, con menos ruido, cierto, el PLD, por la disciplina que les inculcó el ex-presidente Juan Bosch.

El presidente Fernández tiene ante sí un gran reto, es cierto, pero también una opción atractiva para el sector privado de apadrinar este nuevo proyecto de modernizar el transporte colectivo público, para lo cual existe una mínima disidencia, idéntico para los proyectos de asegurar, pronto, energías alternativas con etanol, solar, eólica y plantas eléctricas de carbón, sin la intervención de ninguna manera del Estado.

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