La Asociación de Transportistas Escolares de República Dominicana hizo ayer un llamado al ministro de Educación, Roberto Furcal, para que acuda en auxilio de su economía, ya que desde la suspensión de la docencia no perciben dinero y este nuevo ciclo escolar será virtual, por lo que no podrán brindar sus servicios.
El presidente de la asociación, Jorge Ramírez, señaló que antes de ganar las elecciones, Luis Abinader se reunió con el gremio y se comprometió a darle un espaldarazo ante la crisis actual. Sin embargo, indicó que como las soluciones no han llegado, buscan reunirse con Furcal para acordar soluciones, aunque sean momentáneas.
Ramírez busca que alguien del poder les auxilie, señaló que se comunicó con Digna Reynoso, directora general de la Administradora de Subsidios Sociales, para ver si les ayuda a paliar la situación, porque, expresa, muchos de los diez mil transportistas del país lo llaman a diario para explicarles sus problemas.
La realidad es que la economía de este sector se vio mermada desde marzo cuando las autoridades suspendieron las clases presenciales por causa de la pandemia del coronavirus.
Algunos transportistas indicaron que sus niños han quedado fuera del colegio porque no tienen dinero para inscribirlos y, además, deben los últimos meses del pasado año escolar.
Así está Alisandra Araújo, vicepresidente de la Asociación, madre de tres hijos que, afirma, no irán este año al colegio porque la falta de empleo le ha impactado mucho debido a que sólo tiene ese ingreso.
Araújo lleva 13 años transportando niños a sus colegios. Manifiestó que es un trabajo al que le pone amor y empeño pues se asegura de que lleguen bien al centro, los desmonta y los entrega a la maestra o al seguridad de la institución, “asimismo cuando los regreso a su hogar, los entrego a su madre o a la nana”, no obstante, pocos padres les pagaron el mes de marzo completo, por lo que adeuda el colegio de sus niños desde abril.
Igual Melba Araújo mostró desesperación al decir “Tengo un niño que tendré que sacar del centro porque lo debo desde abril. E sto está catastrófico porque hay veces que digo, ¡Dios mío pero y ¿qué hago?!”