Trapos sucios y malas compañías

Trapos sucios  y malas compañías

Ningún voto es despreciable para los estrategas políticos y mi convicción es invariable en el sentido de que no se logrará ningún cambio a través del próximo proceso electoral, sin una unidad monolítica de toda la oposición, donde los componentes sean capaces de tomarse el trago amargo de verse acompañados de personajes o grupos realmente repugnantes.

Nuestra historia registra alianzas que fueron inimaginables y que no creo necesario rememorar, salvo el hecho de que algunas se convirtieron en un exitoso camino hacia el poder.

Los tres partidos que se han dividido el control del gobierno en las últimas décadas, Social Cristiano (PRSC), Revolucionario Dominicano (PRD) y de la Liberación Dominicana (PLD) han dado cátedras de esos acuerdos, aunque el que más coherencia ha demostrado en sus alianzas es el PLD, que ha sabido mantener a sus aliados tan cerca y tan lejos como le ha convenido, sin sacarles de los rincones sus trapos sucios, ni dejarlos en exhibición para que todo el mundo se entere de esas malas compañías.

Lo que ha sucedido con el novel Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el sindicalista empresario Antonio Marte, puede ser un excelente ejemplo de novatada política; su aporte de votantes podría ser minúsculo frente al rechazo que genera su conducta pública, aparte de que el gobierno no desperdiciará la oportunidad de restregarle al PRM el adagio “dime con quién andas y te diré quién eres” por no saber agenciarse su respaldo sin permitirle embarrar a todo el equipo.

Sumar lo que resta, en definitiva, es restar. Los trapos sucios no deben exhibirse y a las malas compañías no debe permitírsele ningún protagonismo.

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