BONAO. MONSEÑOR NOUEL. La Asociación Bonao de Ahorro y Préstamos inauguró su edificio corporativo, tras 41 años de operaciones, en un acto en que el presidente de la junta de directores, Pedro Romero Confesor, resaltó sus aportes en el ámbito económico y social a la comunidad.
Romero Confesor afirmó que a pesar de los efectos de la crisis financiera que sacude la humanidad y que de una u otra manera podría incidir en el país, esa entidad hace los esfuerzos y trilla el camino para el afianzamiento y de sus socios, con miras a constituirse en la más grande, sólida y pujante entidad financiera auténtica y orgullosamente bonaera.
Dijo que su misión principal es que la entidad sea la más comprometida con la comunidad, que facilite apoyo económico en sus proyectos y negocios familiares, que genere empleos a favor de sus hijos, y de una juventud preparada, digna y talentosa.
Esta mística es la que ha llevado a esta entidad, desde su fundación, a no ser indiferente a ningún problema serio de nuestra comunidad, en que no hayamos contribuido en su solución, comentó.
Citó el apoyo económico a las asociaciones benéficas y los clubes de servicios comunitarios, de actividades culturales y deportivas, a las escuelas y colegios con las iglesias, con becas para los estudiantes meritorios y los libros.
Sus inicios. Para Romero Confesor fue inolvidable la época de los inicios de la entidad, en la década del 70, cuando Bonao solamente contaba con pequeños comerciantes.
No teníamos siquiera una pequeña clase empresarial o industrial, como ahora, que nos permitiera el desarrollo urbano, sino que los llamados pudientes en recursos económicos eran los pocos que tenían una finca, explicó.
Refirió que iniciaron operaciones el 23 de abril de 1971, con el propósito de promover en la comunidad el ahorro destinado al otorgamiento de préstamos para la construcción y el mejoramiento de la vivienda familiar, en una labor difícil en un medio social lleno de precariedades.
Señaló que, conforme a los cálculos y a las promesas de ahorros de sus compueblanos, emprendieron la ardua tarea de recoger las promesas.
Yo era el tesorero, pero a la hora de la verdad los montos de las sumas que lográbamos recaudar oscilaban entre 50 pesos, 100 pesos, 200 pesos, 500, 1,000, en fin, la suma mayor que recibimos y fue de un solo ahorrante, muy distinguido, que nos depositó 5 mil pesos. No debiera decirlo, pero en su honor, habiendo fallecido, no debo dejarlo a su imaginación: Fue Don Viterbo Martínez, que en paz descanse, refirió.
Citó el apoyo recibido por La Vega Real en los inicios de operaciones, y sus esfuerzos para alcanzar los primeros RD$15,000 ahorrados, y cuando los primeros RD$175,000, que era, para entonces, además de las otras formalidades legales previstas por la ley, el monto requerido para que el Banco Nacional de la Vivienda y las autoridades del sistema financiero le otorgaran la franquicia oficial correspondiente para operar como asociación independiente, que obtuvimos el 23 de abril de 1971.
Comentó que a base de esfuerzo, dedicación y pulcritud en el manejo de esos recursos económicos ajenos, ya muy crecidos o aumentados con creces, primero construyeron su propio local de dos niveles, en la esquina formada por las calles 16 de Agosto y Sánchez, en esta ciudad.
Ahora, para servir mejor hemos construido esta cómoda y moderna edificación, de la que puede decirse sin lugar a dudas- que exceptuando el Centro Regional de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, que el presidente de la República inauguró aquí el año antepasado, ninguna otra obra supera la sede principal de la Asociación Bonao, que inauguramos hoy, expresó.
Sobre la confianza del público en el sistema dominicano de ahorros y préstamos, dijo que está dirigido por personas comprometidas y de trabajo, que aportan gratuitamente horas de su intelecto y de su tiempo al servicio de sus comunidades.
Agradeció a los directores gerentes, entre estos Frank Núñez -que sólo aceptó el cargo por breve tiempo-, a William Marty Núñez y a Emiliano Delgado, al arquitecto Yin Hernández y a René Inoa.