Quizás mientras mataban a Dabel, el presidente Luis Abinader y/o alguno de sus colaboradores revisaba el discurso que oiríamos casi 20 horas después desde el Gran Teatro Cibao.
Cual si fuera un macabro gesto del destino, el mandatario diría que “entre los meses de junio de 2021 y agosto de 2022, los homicidios han descendido un 18%, los atracos y los hurtos un 10% y los arrebatos un 20%”. ¿Cuánto pesará la vida de Dabel Zapata en esas estadísticas? ¿Cuántos de nosotros corremos el riesgo de morir de la misma manera, tras cometer el terrible “pecado” de detenernos a cenar?
La muerte de Dabel llegó a pesar de que, como dijo el presidente Abinader, han desplegado y potenciado proyectos como la Estrategia Integral de Seguridad Mi País Seguro, el patrullaje mixto y la cacareada reforma de la Policía Nacional.
El caso se adelantó, sin embargo, al App de denuncias de la Policía, una “Unidad Táctica de Drones” que será presentada hoy con la promesa de facilitar las labores policiales y garantizar la seguridad.
Las garantías han sido servidas en bandeja varias veces. Pero llega un Dabel y nos pueden la indignación y el miedo. ¿Habrá que dejarle la calle a los delincuentes? ¿Nos robarán el derecho a la libertad? Pensarlo duele tanto como la muerte de Dabel.