Trascendencia de la obra sociopolítica de Juan Bosch

Trascendencia de la obra sociopolítica de Juan Bosch

y II
Si Juan Bosch fue marcado por la sociedad de su infancia, de su adolescencia, también en la Cuba de los años 40 y 50 ocurriría lo mismo. Esa sociedad iba a ser determinante en el desarrollo de sus concepciones políticas y en su definición de vida. Allá encontró un ambiente muy favorable, con partidos políticos, país con base económica muy sólida, relaciones internacionales; a diferencia del nuestro, que, como consecuencia de la tiranía, tenía un contacto limitado con el exterior.
Así como influyó en él su experiencia en Cuba y en otros países latinoamericanos, también su viaje a Europa abonó su visión del mundo. Esa peregrinación fue determinante en el desarrollo de sus ideas, de su visión de la modernidad, su deseo de crear una sociedad verdaderamente democrática y transformada en la República Dominicana.
A partir de ese momento, se crearía una conciencia en la vida nacional para el desarrollo de la riqueza, del capital, pilar fundamental de la democracia. Impulsó la electrificación del país, con los contratos sobre las presas hidroeléctricas de Taveras y Valdesia, escuelas técnico–vocacionales, y se dictaron y aprobaron decretos y leyes para el desarrollo de la economía, como la Ley 38, que estableció las zonas francas en la República Dominicana, primer país de América Latina en que se decidió implementar este proyecto. El 24 de septiembre de 1963, en vísperas del golpe militar, se habían elaborado proyectos de leyes sobre desarrollo e incentivo industrial, y de cooperativas, que después fueron presentadas como emblemáticas por los gobiernos que le siguieron. La Ley de incentivo industrial impulsó los proyectos de las zonas de Herrera y Haina. Naturalmente, ese plan no podía quedar ahí, en obras y en decisiones gubernamentales de tipo económico nada más; había que darle un nuevo contenido jurídico y social a ese proceso con la elaboración de una Constitución avanzada: la de abril de 1963.
Fue convocada una Asamblea Constituyente para elaborar la Carta Magna, profundamente liberal; contaba con significativos precedentes nacionales: la de Juan Pablo Duarte de 1844; en 1858 se había elaborado la más importante Constitución de esa época, cuando la Revolución de julio de 1857; esta sirvió de base a la reforma constitucional de 1865, durante la Revolución Restauradora. La Constitución de 1963, más que de tipo político era de carácter social, desde cuya plataforma se proponía transformar el país. En lo internacional, se basó en las constituciones más avanzadas de entonces, como las de la República de Weimar, la República Española, la de Querétaro de 1917 en México; la chilena y la cubana de 1940, entre otras.
La visión de Bosch en la elaboración de esa Constitución y las medidas que tomó, tendían a relanzar y posicionar a la República Dominicana hacia el desarrollo. Porque en un país donde no hay crecimiento, donde no hay inversiones económicas, no puede haber desarrollo social ni justicia. La democracia bien entendida no es democracia si se limita solo a la posibilidad de que la gente pueda expresarse, protestar, mientras el fogón del campesino de la sierra o del llano esté apagado.
Recuerdo que en una entrevista del periódico El País, en España, don Juan decía: «Señor, el gran problema de mi país es la pobreza. Se habla de democracia, pero yo le digo a usted —le decía al periodista— que la democracia y la miseria no pueden dormir juntas en la misma cama». Esa fue la prédica que Bosch hizo a los dominicanos en 1961–1962. Les decía que había que luchar por la democracia, por la libertad, pero el problema de este país no estaba sustentado en ser trujillista o antitrujillista, sino que la pobreza y las desigualdades sociales eran las que mantenían el drama en el que se vivía. Aquel niño que fue marcado por la pobreza y el dolor de los dominicanos, iba a ser el hombre que después, con el tiempo, se dio cuenta de que ese dolor había que transformarlo a través del conocimiento, de la lucha y del desarrollo económico. Por eso sustentó todas sus tesis, que están en sus libros, que están en su obra; y fundamentó esa visión de toda su vida, que es la que él aporta, y que le viene de Martí, de Hostos, de Duarte y de otros forjadores: la visión ética del ejercicio personal y de la vida pública.

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