Hoy 
LUIS EMILIO MONTALVO ARZENO
Los psiquiatras en nuestros diagnósticos nos guiamos por criterios precisos y probados, elaborados por expertos de la Asociación de Psiquiatría Americana (APA) y por la Asociación Mundial de la Salud.
Así en los diversos síndromes ansiosos estamos familiarizados a diario con diagnósticos tales como: Fobias a situaciones determinadas, ataques de pánico, ansiedad generalizada, trastorno por stress post-traumático, etc, etc.
Sin embargo, dada la situación de inseguridad y de amenaza constante en que se vive en muchas de nuestras ciudades hoy en día, todo ello ha llevado a que uno de los psiquiatras latinoamericanos más brillantes en trastornos de ansiedad, como es el colega y amigo argentino Alfredo Cía haya elaborado una propuesta para identificar un nuevo trastorno llamado Trastorno por Amenaza Traumática (TAT).
El hecho de que a través de los medios y por testimonios diarios de conocidos, amigos y familiares nos informen reiteradamente sobre asaltos, secuestros, violaciones, atracos en carreteras y casa habitada con muerte o secuelas graves en las víctimas, ha llevado a que estemos inmersos en un clima de terror y de acecho permanente, confirmándose la hipótesis de daño inminente a nosotros y a los nuestros por el hecho de que las tragedias suceden cada vez más cerca de nosotros. Esto mantiene encendido de manera permanente nuestro sistema de alarma con efectos nocivos para nuestra salud y con un bloqueo a nuestra productividad en todos los niveles.
Otros factores generadores de este malestar, en el plano internacional, han sido los mega atentados que han conmovido al mundo y las posteriores amenazas del bioterrorismo. Esta situación convierte a esos mismos viajes al exterior que solemos hacer precisamente para disipar y para “botar el golpe” en una fuente permanente de temor anticipado en medio de aeropuertos, aviones, cruceros y lugares turísticos de asistencia masiva.
La palabra amenaza alude a la percepción de sentirse agobiado, angustiado, temeroso e intimidado por posibles eventos traumáticos en forma anticipada.
A esto se agrega la tensión que genera el doble mensaje que lanzan las autoridades y los medios de comunicación con respecto al peligro permanente que se vive en las calles de nuestras ciudades. Por ejemplo: “Hay que mantenerse en alerta, vigilantes y atentos ante cualquier hecho o personas que consideren sospechosas” y al mismo tiempo “debemos continuar con nuestra vida normal y permanecer tranquilos”.
Esto nos recuerda las famosas alarmas rojas o rosadas en Estados Unidos en algunas fechas específicas.
Pero esto mismo es lo que vivimos aquí en este país que fue un Paraíso en un pasado no muy lejano, antes de que las drogas y los modelos de conseguir dinero y bienes materiales a cualquier precio y rápido, se apoderara de las mentes de nuestra juventud.
