Los doctores Lois K. Lee, Katherine Douglas y David Hemenway escriben para la revista médica The New England Journal of Medicine, correspondiente al día 21 de abril de 2022, un artículo en el cual se resalta de manera notoria, el cambio en la causa de muertes violentas de niños y jóvenes estadounidenses a partir del año 2017.
Por más de seis décadas el traumatismo vehicular fue el causante mayor de los decesos violentos en niños y adolescentes. El Centro de control de enfermedades de Atlanta, conocido por las siglas en inglés de CDC, hace notar como las medidas preventivas implementadas por los fabricantes de automóviles han contribuido a reducir el riesgo de accidente y por ende de muerte o daño severo en la población.
Los fabricantes de armas de fuego, a través de sus expertos cabilderos han sabido anular las intenciones congresuales destinadas a normalizar la compra, venta y uso de sus productos. Como resultado de esto último se ha podido demostrar una gratificante rebaja en la morbilidad y mortalidad por accidentes vehiculares en Norteamérica. Para espanto de muchos, en los últimos 5 años ha se venido registrando un incremento de las tragedias de sangre causadas por pistolas, revólveres, fusiles y escopetas. Las defunciones por accidentes automovilísticos bajaron a un segundo lugar y continúan descendiendo gracias a la efectividad de las políticas sanitarias implementadas. La ausencia de intervenciones epidemiológicas, gracias al trabajo continuo de la poderosa Asociación Nacional de Rifles, conocida con las siglas NRA, ha conseguido que sigan aumentando las muertes con olor a pólvora sin que se sienta el alivio de la interventora mano estatal ni federal.
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Tras la lectura del reporte estadístico no pude evitar trasladar la experiencia estadounidense a nuestro patio criollo. Echemos una mirada a la flota vehicular que transita por nuestras calles y carreteras a través de todo el país. Da miedo ver la osadía y agresividad con la que conducen motocicletas, autobuses, carros del concho y camiones. El saldo de trauma vehicular en semana santa es una muestra fiel de la peligrosa realidad que vivimos.
Leemos con tristeza y preocupación titulares en los principales diarios nacionales, las redes sociales y los programas de la televisión en donde se relatan dolorosos hechos de sangre que conmueven la conciencia ciudadana. Las tragedias familiares que tienen como instrumento operativo un arma de fuego cada día asombran menos debido a su alta frecuencia con que se suceden.
Por fortuna, todavía en la República Dominicana no se ha desarrollado una Asociación de Fabricantes y vendedores de pistolas, revólveres, escopetas y fusiles. Diputados, Senadores, autoridades sanitarias, de Obras Públicas, e Interior y Policía tienen libre sus manos y mentes para unir esfuerzos estatales que logren instaurar políticas, y de ese modo ayudar a reducir la morbilidad y mortalidad por accidentes de tránsito y armas de fuego.
Vamos todos por más seguridad en las calles y menos violencia armada.