Traumática vergüenza nacional

Traumática vergüenza nacional

Si una parte, de la mayoría de los miles de viajeros que han llegado al país durante el año, lo hubiesen hecho en los días pasados, se hubiesen encontrado a la comunidad nacional como si fuéramos un desprendimiento de los ejércitos fundamentalistas islámicos como el ISIS, cuyos miembros se cubren sus rostros con atemorizantes pasamontañas.
Así, a los dominicanos, los extranjeros nos encontrarían cubriéndonos nuestros rostros de vergüenza por los recientes y contundentes acontecimientos de los últimos tiempos. Cosa que en el país ya no es rara por lo acostumbrados que estamos a las ocurrencias humanas de impacto, ya sea de naturaleza delincuencial, política y hasta deportiva y farandulera. Esas ocurrencias resbalan por nuestra gruesa piel de la indolencia derivada de la indiferencia criolla para asimilar tales hechos como algo normal de la corrompida sociedad dominicana.
Independientemente del caso de la captura del capo de las drogas en Colombia, con su espectacular escape desde la isla y permanecer oculto por varias semanas hasta su captura la pasada semana, hay todo un material de especulación y análisis que habla muy mal de la justicia y policía dominicana. Casi en cada suceso de importancia del narcotráfico se confirma que son muchas las autoridades que están al servicio del delito, y por tanto, nadie les cree sus informaciones ofrecidas en aparatosas ruedas de prensa. El tufo que se desprende de esas ruedas de prensa no es muy agradable. A cada momento se nota de como las autoridades están al servicio del delito. Investigar hasta el fondo este caso podría dar lugar a sorpresas desagradables al igual que el caso de la Odebrecht. Y esas malandrinadas, muchas de las cuales ya el pueblo se lasimagina y las sazona con su imaginación.
Pero dejemos que la justicia norteamericana profundice hasta donde pueda y nos ofrezca detalles de un proceso que a todas luces supera cualquier otra ocurrencia delictuosa con el trasiego de drogas hacia Estados Unidos y lavado a la franca de millones de dólares que hasta se comercializaban a través de reputadas casas de cambio. Ya queda poco espacio para la imaginación puesto que los protagonistas se han encargado de ir dosificando las informaciones para leer muchas veces entre líneas y darnos cuenta de por qué anduvimos con un pasamontaña cubriéndonos el rostro.
El imp acto demoledor del informe de la situación de la escuela dominicana, la otra mala noticia de las navidades, cayó como un jarro de agua muy fría en estos días prenavideños. Nos hemos dado cuenta que vivimos en el peor sistema educativo del mundo estando en el último renglón de todas las estadísticas tanto en matemáticas, ciencias, lectura y asimilación de lo leído. Es insólito el bajo nivel de la educación pese a los miles de millones de pesos invertidos en el sistema escolar en los pasados seis años. Todo parece que se fue a un vertedero sin fondo para que en el siglo XXI nuestros educandos se encuentren en peor situación de lo que era la distinción y orgullo de nuestra educación en las décadas del 50 y siguientes del siglo pasado.
Uno no se explica el notable nivel de desarrollo del país con ese lastre educativo. Pero eso es señal de que existe un núcleo muy importante de ciudadanos que conservan los necesarios valores para hacer a un país grande. Y aun cuando sus esfuerzos son para enriquecerse, al menos poseen una cantera de material pensante y bien motivado que permite trabajar y superar el abismo de la deficiente educación oficial. Esta se topa con unas familias desintegradas desde hace años. Ahora se busca tan solo destacarse en los deportes, la farándula y la delincuencia, dejando poco espacio para cultivar otros valores que hacían antes a esta sociedad muy digna y ejemplar.
Es decir, que los fallos de la familia desintegrada y la educación deficiente, arropado por un beligerante sindicato de maestros, que su fin es incordiar al gobierno de turno e impartiendo la menos enseñanza posible. Esos maestros exigen, y lo han logrado, mejorar sus salarios y condiciones de trabajo. Pero su capacidad de enseñar no está al nivel de lo que el gobierno ha invertido para rehacer y modernizare el sistema educativo.
La leyenda en la propaganda que ofrecía el gobierno, de que la escuela privada se estaba quedando sin maestros ya que casi todos buscaban ingresar al sistema oficial por lo que estaba pagando, parece que tan solo eran para hacer bulto, que con las cifras del informe de PISA, se derrumbó todo el andamiaje del que se pretendía haber hecho del sistema escolar oficial un modelo a imitar.

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