Travesura peligrosa promovida por Norberto Santana

Travesura peligrosa promovida por Norberto Santana

Teófilo Quico Tabar

Finalizábamos el bachillerato en el Liceo nocturno Eugenio María de Hostos. Llegábamos cansados hasta las 10 de la noche, sin mucho tiempo para compartir entre compañeros. Pero con algunos establecimos amistad.
Siendo 27 de febrero me encontré en El Conde con el compañero de curso, hoy destacado pintor Norberto Santana, quien sin titubeos me increpó que nuestra generación tenía que hacer algo más que hablar en secreto contra la tiranía trujillista. Habían asesinado las hermanas Mirabal y apresado a muchos jóvenes, incluyendo algunos profesores. Que debíamos hacer algo que repercutiera en el Liceo.
El plan consistía en tirar el retrato de Trujillo que colgaba en la pared del pasillo, frente a la oficina del director, para que se estrellara contra el primer piso. Teníamos que estudiar a qué hora salía y entraba a su oficina, ubicada en el segundo piso. El director era el profesor Rojas. Gran persona. Vivía en la calle Las Carreras cerca de mi casa.
Acordamos incorporar otros compañeros de curso. Hablamos primero con Ramón Espinosa que trabajaba en la Sociedad Bíblica Dominicana. Luego decidimos que cada uno contactara dos compañeros más. Por fines de seguridad, solo cada uno sabría quienes eran.
Norberto tenía un carácter recio y difícil. No dejaba de insistir en que teníamos que actuar rápido. -Ya yo tengo los dos míos- decía. Ustedes tienen miedo. Hay que estudiar los pasos de la administración.
Se hizo, pero no había muchos movimientos en los pasillos. No éramos muchachos. Aunque con 17 años de edad, trabajábamos y teníamos disciplina. Quedaba pendiente decidir si lo hacíamos en hora de clase o durante un receso. El operativo no tomaba más de 5 minutos. Uno vigilaría la escalera, dos el pasillo, otro la puerta de la Dirección y tres lanzarían el retrato.
Llegó el día. Era viernes 24 de marzo previo a Semana Santa. Supimos quieres éramos todos. Unos serenos y otros nerviosos. Se lanzó el retrato de Trujillo del segundo piso, pero casi no hizo ruido. Esperábamos un gran estruendo. Varios días esquivos y sin hablarnos. El lunes después de Semana Santa, como si nada hubiese ocurrido. El retrato de Trujillo estaba colgado en la pared. Misión cumplida pero con bastante frustración.
Los compañeros, a quienes dedico este artículo en reconocimiento a su proceder fueron: Norberto Santana; Ramón Espinosa; el hoy rector de UTESA, Príamo Rodríguez; Darío Phip; un joven extranjero de apellido Bolaños, del cual no supe jamás; Danilo Ben Ricardo, luego dirigente de la Federación de Fútbol, y Manolín Peralta.
Como cosas del destino, pasado el tiempo, siendo compañeros de trabajo en el CEA, Miguel Ángel Lora, profesor del Liceo y cuñado del director Rojas, le dijo a José Enrique Hernández Machado, posteriormente Juez de la Suprema Corte de Justicia, delante de mí, que por poco lo hacemos caer preso o perder la vida. Narró lo ocurrido en el Liceo en esa época y lo peligroso de la travesura. Se habían dado cuenta de todo, pero lo ocultaron. Nos protegieron y se protegieron ellos. Felizmente, dos meses después mataron al sátrapa.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas