Treinta años de Casa de Teatro no son nada y son mucho

Treinta años de Casa de Teatro no son nada y son mucho

Lo que hace tan especial el aniversario de Casa de Teatro es que cada celebración significa algo más en la historia cultural del país. Demuestra que gracias a las ideas, a la dedicación y a la popularidad de un hombre singular, la utopía y la realidad pueden superponerse. A Freddy Ginebra le conocen y reconocen como animador, escritor, actor, publicista y poeta, artista al fin.

No obstante hay en su personalidad también un organizador, un administrador, un profesional de la gestión, lo que permite que una institución, totalmente privada y dependiendo del mecenazgo, siga en pie a las tres décadas de su fundación. Tiene pues los pies en la tierra y la cabeza en el cielo: en el caso de Casa de Teatro y de su director-fundador, la fe mueve montañas, hasta borra los estragos de huracanes y sobrevive a las peores crisis económicas. Freddy crea y cree.

Cree, crea y la Casa crece

Cada aniversario de Casa de Teatro aporta algo insólito en su historia y su geografía. Del mismo modo que pueblos han sido capaces de conquistar kilómetros cuadrados sobre el mar, el caserón de la Arzobispo Meriño y mansión de la amistad se amplía inconteniblemente… Quienes asistieron al nacimiento de un sueño, han visto con sorpresa maravillada cómo se convertía, no sólo en hechos, sino se consolidaba, se extendía y elevaba un segundo piso.

Sigilosamente, pero con el estrépito de la alegría, se han ido abriendo galerías frontales y laterales, salas de espectáculos y conciertos, cafetería y mezzanine de tertulias informales. En la altura apareció un nuevo rincón de arte y elegante punto de encuentro; abajo los libros y publicaciones, otrora apilados en las oficinas –¡también las hay!– consiguieron que se le diese su lugar, una pequeña biblioteca, acondicionada hasta el aire. Es la conquista más reciente (que sepamos) pero la magia, aquí sinónimo de ingeniosidad, inteligencia y cooperación, habrá hecho retroceder un poco más los vetustos muros centenarios.

Cuando nos asombramos ante tantos espacios sumados e inventados a la medida de necesidades inagotables, pensamos en las ciudades del lejano oriente donde cultivan hortalizas en las aceras. Poco le falta a Freddy Ginebra para plantar un escenario en el contén y colgar cuadros en las fachadas con el beneplácito de la vecindad. Además esto ha sucedido. En ocasiones especiales, la vía ha sido cerrada –con permiso legal- a los monstruos sobre ruedas y abierta a cuántas manifestaciones del espíritu y el talento. Casa de Teatro se había vuelto Calle de Teatro.

[b]30 años no son nada[/b]

No hace mucho escribimos acerca del mes aniversario: “Los cumpleaños se sucedieron, en la alegría siempre, marcados por una verdadera síntesis de los espectáculos que se habían presentado en las 52 semanas precedentes, más un gran fiestón final. Música –mucha música siempre-, teatro, danza, charlas, artes visuales animaban la Casa durante un mes de julio embriagador. Tanto los artistas, allegados desde que subieron por primera vez en escena, provengan del exterior o del terruño dominicano, como el público de fieles, de jóvenes o rejuvenecidos, acudían a las citas y, fenómeno especial, se felicitaban los unos a los otros”.

La experiencia y la algarabía se repiten en el 2004. Desde el jueves pasado hasta el sábado 31, se sucederán exposiciones, música, canciones, jazz, ballet, teatro, cine, vídeo, encuentros, premiaciones, dos categorías culturales ofreciéndose siempre un mismo día, varias corrientes y tendencias alternando sus atractivos. Grandes artistas, a quienes Casa de Teatro a menudo contribuyó a lanzar, montarán en el escenario. Y la última noche del mes se iluminará con el espectáculo culminante, rito y símbolo de la institución, “Todos juntos”, entre recuerdos, abrazos y compromisos.

El mes aniversario se inició con una exposición de artes visuales, “Metáfora sobre papel”, un homenaje sobre papel de los artistas dominicanos a Pablo Neruda, organizado por el Centro Cultural Cariforo. Dos aniversarios se celebraban: los 30 años de Casa de Teatro y los 100 años del nacimiento del vate chileno y poeta universal, que, como bien lo dijo Freddy, en su emotivo discurso de presentación, “Desde hace mucho tiempo, Neruda no pertenece a Chile”…

Veinticinco artistas dominicanos, todas las generaciones confundidas, se inspiraron de versos de Pablo Neruda, con una composición poética distinta, de varias estrofas hasta una simple pregunta. El resultado es extraordinario y desmiente que literatura y arte en la República Dominicana están disociados. Hay una interpretación exquisita y a menudo fuerte de las palabras. Las escrituras se dan la mano efusivamente, y estamos seguros de que el poeta, que tanto amaba a pintores y escultores, siendo Pablo Picasso su ídolo y amigo, se hubiera deleitado con estas imágenes. Comprobamos aquí la diversidad de los estilos, la sensibilidad del concepto y la ejecución, los hallazgos de la creación.

Pues se identificaron con el poema, lo hicieron suyo, lo trasmutaron. Con el respeto y la reserva que conviene ante maestros y genios, ellos se convirtieron, el instante de un dibujo, un collage o una pintura, en el propio Pablo Neruda. Esa modestia, en trabajos sin embargo encantadores –una de las más bellas exposiciones en el género que hayamos visto-, confiere más emoción aun a estas “metáforas sobre papel”. Es el testimonio de que no se necesitan formatos mayores ni grandes recursos para producir obras excelentes y originales, que destacan la individualidad creativa y poseen el común denominador de la simbiosis artístico-literaria.

La muestra, inaugurada en la Feria del Libro, permanecerá en Casa de Teatro hasta el final de las celebraciones. Posteriormente, esta “galaxia de signos y signografías poético-visuales” –como bien la califica Odalis Pérez– se presentará en la Embajada de Chile, que la solicitó especialmente. Y se está planeando su difusión en el exterior. Por otra parte, una colección de esa calidad debe recogerse en un hermoso álbum, que así vinculará para siempre a Pablo Neruda y a los artistas dominicanos.

Gracias a Casa de Teatro el mes de julio es en Santo Domingo una fiesta de los sentidos y la sensibilidad, de las remembranzas y las revelaciones. Se ha arraigado en la tradición cultural dominicana. Primer aniversario –la Casa se impone-, quinto –la Casa se desarrolla–, decimoquinto –la Casa resiste–, vigésimo –la Casa se amplía–, vigésimoquinto –un cuarto de siglo ya–. En fin, cabría un comentario para cada uno de los cumpleaños, marcando una impronta especial. Ahora celebramos los 30 años, que unos escriben “trenta” y otros “treinta” pero que son lo mismo, ante la historia poco, ante la actualidad mucho. A final de cuenta, 30 años no son nada… ¡Viva Casa de Teatro, casa de Fredy Ginebra, nuestra casa, la casa de todos!

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