¡Tremenda cuaba!

¡Tremenda cuaba!

La palabra cuaba está en desuso, al menos en la ciudad, porque aunque en muchos aspectos vivimos más a oscuras que a principios del siglo antepasado, sobre todo en asuntos de iluminación eléctrica, los bombillos, fósforos, linternas, lámparas, sustituyeron el uso de esa astilla vegetal que era infaltable en los hogares dominicanos para hacer luz, encender anafes. Tal vez por eso casi no se emplea el vocablo y las jóvenes generaciones desconocen tanto el jacho como el término.Hace poco debí escribirlo para referirme a un barrio y tuve dudas en cuanto a la ortografía: ¿be larga o uve? Acudí rápidamente al Larousse y para sorpresa, no la encontré en ninguna de las dos formas. La curiosidad me llevó a buscarlo en otros diccionarios, incluido el de la Real Academia, el de Palabras Indígenas, los de Dominicanismos, en una edición muy antigua del Pequeño Larousse, que conservo, en los libros sobre el lenguaje dominicano, de Rodríguez Demorizi y en algunos sitios de Internet. Encontré pobres referencias, pero algunas extrañezas y aprecié que muchos están confundidos en la forma correcta de escribir el vocablo.

Alguien preguntaba en Internet qué era el jabón de “cuava” y un criollo le respondía solamente dándole informaciones sobre algunas marcas nacionales del producto. En realidad, desconozco si realmente esas pastas y bolas empleadas en lavado y fregado se fabrican de ese palo.

En los buscadores de la red encontré el anuncio de unos cigarros cubanos, elaborados por la Corporación Habanos, S.A., que los lanzó en Londres en 1996. Ahí se ofrece esta descripción del nombre: “proviene de los indios Tainos, aborígenes de Cuba, y describe un arbusto autóctono de la isla, de excelente combustibilidad, que todavía crece en el país. Era muy utilizado como antorcha por los primeros pobladores y se usaba especialmente para encender los cigarros o cohibas durante las ceremonias religiosas. El primer testimonio histórico de la existencia de la cuaba data del siglo XVI y se atribuye al jesuita español Fray Bernabé Cobo. Hoy la cuaba, convertida en tradición, ha llegado hasta nuestros días, y aun es posible ver al campesino cubano utilizar con frecuencia una rama de cuaba para encender su fogón o alumbrarse cuando transita por el campo en medio de la oscura noche. “Quemar como una cuaba”, es una expresión popular que ha pasado de generación en generación, debido a que la combustibilidad es una de las principales cualidades de este arbusto”.

Cuaba es el nombre de infinidad de aldeas, parajes y vecindarios del país. Los jevitos de la ciudad y muchos del campo posiblemente no la conocen. Siendo tan útil, es inexplicable el uso gramatical que se le ha dado por años. A mercancía barata o de mala calidad le dicen que es muy cuaba y llaman cuaba, también, a personas tramposas y malapagas. Una molestia, un perjuicio, un fastidio, es una cuaba y, como los mayores son respetuosos en sus expresiones usan la voz en sustitución de vaina, tan común en el léxico popular dominicano. “Me han echado una tremenda cuaba”, exclaman cuando alguien o algo los lesiona.

Los chamaquitos leerán y repetirán la palabra ignorando el significado, desconociendo el arbusto, lo que es de por sí una cuaba imperdonable.

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