Tremendo “Solo de flauta”…

Tremendo “Solo de flauta”…

         El escritor tiene la suerte o la desdicha de que una vez su creación sale de sus manos tiene una extraña manera de cobrar vida propia y a veces resulta como con los hijos, que uno los imagina de una manera cuando los vislumbra o espera y después de criados resulta que son su propia persona.

         La reflexión me vino al leer un excelente libro de poesía: “Solo de flauta”, por René Rodríguez Soriano, recién publicado por Alfaguara.

En la tapa trasera el aclamado escritor puertorriqueño Luis López Nieves pregunta “qué clase de libro es este” para concluir que “poco a poco deja de importar la respuesta. De pronto comprendemos que simplemente estamos ante un libro en que predomina la música… y punto”.

         El contrapunto, para seguir con la analogía musical, es que aunque quizás el género no sea lo más importante frente una exquisitez literaria, ningún lector con una sensibilidad medianamente ejercitada podrá negar que las 163 páginas de la más reciente obra de René poseen cada una tanta poesía como cabe en ese espacio.

         La atrevida propuesta de Rodríguez Soriano, planteada como un libro escrito en prosa que reúne “todos los sueños, todos los juegos y todas las pasiones de contar historias fuera de los límites”, es presentada por sus editores como “prosa y poema confundidos en un ser y no ser que divierte y encanta y deja mal paradas las fronteras de los textos que son nada más que textos”. Pocas veces la promesa, en sentido mercadológico, de un editor ha sido tan cabalmente cumplida.

         He recordado otro libro mucho más extenso e igualmente sabroso, el más reciente de Federico Henríquez Gratereaux, “Ubres de Novelastra”, maravillosa novela que anda por esos rumbos medio inexplorados de los confines entre los géneros, demostrando que el arte que tiene como medio a la lengua, la literatura, sigue ofreciendo posibilidades inéditas y sorprendentes en forma y fondo.

          “Sólo de flauta” es más que sólo una entretención bien escrita, como ciertos poemas del período romántico o algunos sonetos de perfección granítica, pues invita a meditaciones serias sobre la condición humana y las convenciones sociales.

         A mi me alegra muchísimo este nuevo éxito de Rodríguez Soriano, dominicano universal emigrado en busca de mayores horizontes que los isleños, cuya literatura comoquiera lleva imbricada un sabor caribeño inconfundible. ¡Tremendo músico es René!

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