Trenzar el pasado, el presente y el porvenir (IV)

Trenzar el pasado, el presente y el porvenir (IV)

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
Robert D. Kaplan está catalogado como autor de libros de viaje; pero en lugar de visitar países en condiciones de recibir turistas, Kaplan prefiere explorar zonas del mundo sacudidas por luchas étnicas, guerras religiosas, enfrentamientos políticos. Ha viajado a Egipto y a Persia; también fue a la India y a Pakistán, al sudeste de Asia. Finalmente, en el Cáucaso, ha recorrido las antiguas repúblicas socialistas soviéticas: Georgia, Armenia, Azerbaiján. Esa región, lindante con Afganistán, ha sido bautizada con el nombre de «Balcanes Euroasiáticos».

En todas estas naciones hay sociedades arrasadas por la anarquía.. Para colmo, en los «Balcanes Euroasiáticos» existen yacimientos de petróleo con riquezas probablemente mayores que las de Arabia Saudita. Desde Rusia, China, la Unión Europea, los Estados Unidos, los gobiernos vigilan atentamente, con los ojos puestos en el control de esa fuente de energía.

Kaplan emprendió después otro viaje interesantísimo, esta vez por el interior de los Estados Unidos de Norteamérica. «El itinerario empezó en el Estado de Kansas y abarcó toda la mitad Oeste del país, de México a Canadá». Esta información la ofrecen los editores en español de los libros de Kaplan. Nos presentan él ultimo periplo del periodista bajo el titulo: «Viaje al futuro del Imperio». Según parece –no conocemos directamente este escrito–, Kaplan considera que Norteamérica será cada vez «más desigual, mas contradictoria y mestiza que nunca». Quizás llegue a ser «la primera nación verdaderamente internacional».

Contra este fondo social y político –interno y externo– se debate en los Estados Unidos el problema de los inmigrantes latinoamericanos, árabes, asiáticos, africanos. Estos libros de viaje están «centrados en temas de política internacional». ¿Con cuáles problemas de política exterior tendrán que luchar los EUA en el futuro cercano? ¿Con qué medios, económicos y técnicos, asumirán los retos a su hegemonía militar? ¿Cómo será la organización administrativa apropiada para ésta tarea? Tal vez sea necesario que los llamados «recursos humanos» de los Estados Unidos estén sostenidos por virtudes cívicas y entusiasmos comunitarios que les permitan «dar la batalla». ¿Qué dice Kaplan sobre estos puntos? Para contestar esta pregunta habría que dar un rodeo, pues Kaplan unas veces dice, otras sub-dice e insinúa; en ocasiones expone una situación concreta, cita a un escritor antiguo en conexión con un tema parecido y deja las conclusiones a un lector «suficientemente alimentado».

El paso inicial de Kaplan, como hemos explicado en el primer artículo de esta serie, es afirmar que no hay «mundo moderno» ni «post-moderno»; el actual es «una mera continuación del antiguo». A seguidas, Kaplan estudia las opiniones que Winston Churchill expresó en su ‘Relación histórica de la reconquista del Sudán’. A partir de ese segundo paso la prosa periodística de Kaplan adquiere un tono épico. Después de destacar que el escrito de Churchill fue publicado a los veinticinco años de su autor, nos dice: «Revela los orígenes de su pensamiento y la fuente de la grandeza que le permitió dirigir Inglaterra contra Hitler en la Segunda Guerra Mundial». Entonces, de manera inequívoca, Kaplan expresa: «Es aquí donde iniciamos nuestro viaje con el fin de arrancar del pasado las armas que necesitamos para el presente». A lo largo de todo el ensayo distingue entre la virtud cristiana y la virtud maquiavélica. «Para Maquiavelo, una política se define no por su excelencia, sino por su resultado: si no es efectiva, no puede ser virtuosa». Según Maquiavelo, «la virtud es lo contrario de la rectitud». Para ilustrarlo mejor, Kaplan menciona un comentario de Isahiah Berlín: los valores de Maquiavelo son morales pero no cristianos. De las páginas del relato de Churchill Kaplan extrae unas palabras aclaradoras, «porque, como en el Estado romano, cuando ya no hay mundos que conquistar ni rivales que destruir, las naciones cambian el deseo de poder por el amor al arte, y así, por medio de una debilitación y un declive graduales pero continuos, pasan de las vigorosas bellezas de los desnudos a los atractivos más sutiles de los vestidos, y entonces se sumen en el verdadero erotismo y la máxima decadencia».

De la cita de Churchill brota, repentinamente, el apasionante asunto de la decadencia y colapso de las civilizaciones pretéritas. Kaplan piensa –quizás– en que un gran imperio debe ser defendido por las virtudes antiguas, aquellas que no surgen del alto consumo en masa, del lujo o de la molicie. Ni Madison ni Hamilton vivieron en una atmósfera pública dominada por la sensualidad, el consumo ostensible, las modas cambiantes en el vestir, el hábito de consumir esteroides, analgésicos, drogas estupefacientes. Kaplan pone el dedo en los nervios motores de toda sociedad en ascenso: las fuerzas interiores que dirigen el pensamiento y la acción. ¿Están animadas las clases dirigentes de los Estados Unidos por esas fuerzas creadoras de cultura y poder? La joven sociedad norteamericana ha logrado hasta ahora producir arte, literatura, pensamiento, ciencia, técnicas, en cantidades y con calidades mas que apreciables. ¿Podrá seguirlo haciendo en lo porvenir?

henriquezcaolo@hotmail.com

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