El dengue en una dolencia que confunde con sus síntomas y solo llega a lo mortal cuando el infectado no reacciona ni consigue asistencia a tiempo, lo que obliga a las autoridades en el presente auge a diseminar brigadas por barrios de condición ambiental crítica y de pobreza para detectar y erradicar criaderos del mosquito-transmisor; tarea ardua que tendría que ser abarcadora e incluir mensajes por penetrantes medios radiales y televisivos para generar apresuradamente un sentido de urgencia en las familias motivándolas a buscar atención especialmente dirigidos a quienes habitan zonas marginadas más obligadas a almacenar agua inadecuadamente por fallas del servicio y a las que con frecuencia la falta de saneamiento rodea de abundantes chatarras y charcos que multiplican al vector. Además, el sistema asistencial del Estado, ahora recargado, debe habilitar transitoriamente espacios adicionales en hospitales sustituyendo sus usos actuales y reforzándolos con enfermeras y médicos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
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Una contundente medida más consistiría en esparcir insecticidas que no afecten a los humanos sobre ámbitos exteriores a las viviendas. Una combinación de acciones extraordinarias son demandadas por las situaciones favorables a este mal endémico creadas por la rudeza del verano de abundantes lluvias y calor para neutralizar con rapidez insalubridades que se alían a los factores estacionales que hacen proliferar enfermedades de alto peligro para la vida.