Tres hombres intiman

Tres hombres intiman

–¿No cree usted, padre, que Pirulo ya tarda demasiado? –Tal vez haya ido a la ferretería; quizás a la policía. –Me dijo anteayer que las investigaciones sobre la muerte de su ayudante están a punto de concluir; sólo esperan órdenes de allanamiento y autorización de no sé qué departamento del gobierno. –Sí; él tendrá que identificar unos herrajes que entregó hace meses. Eso es peligroso en este tiempo de luchas entre policías que protegen delincuentes enemigos. Pirulo quiere saber quiénes son los jefes del motociclista que mató a Bululo. –Padre, ahora hay muchos asesinos por paga. Se ofrecen en el mercado como si fuesen servicios de fumigación.

La perra se levantó y corrió hacia el portón. Era Pirulo que regresaba al taller. –Padre Servando, su trabajo está adelantado; no tiene que preguntar por los hierros; tomé las medidas: cuando los lleve a la iglesia los soldaré en su propio patio. Puede contar con el enrejado para el fin de semana. –Estoy seguro de que así será. –¿Señor Tizol, como le fue con Lolona? ¿No le dijo alguna grosería? –La visita resultó mejor de lo que yo esperaba. Aceptó una casa distinta de la de Edelmira. Lo mejor es que el hombre que la va a comprar llamó a mi jefe para que formalice el negocio.

–¿Su jefe aprueba el trato? –Si, padre, para la empresa el costo es el mismo y puede hacer otros negocios ventajosos. –Tizol, si amansaste a esa diabla, doña Edelmira dormirá tranquila; y si Lolona se va de este barrio, será mejor para todos. –Hasta el señor Custodio y su almacén se verán libres de presiones y amenazas, añadió Servando. –Hemos tenido la suerte de que los tres interesados se han puesto de acuerdo, cerró Tizol, levantando los brazos.

–Pero lo de la policía no pinta fácil; la iglesia se llenó el día de la muerte de Bululo. Aparecieron noticias en periódicos que fueron comentadas en la radio, según me ha dicho Veranda. –Ahora no pueden parar las averiguaciones. Leí en “El informador” de ayer que ocho oficiales de la policía están acusados de complicidad con delincuentes. Los nuevos mandos policiales necesitan dar buenos ejemplos y diferenciarse de los antiguos generalotes.

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