Tres mujeres artistas en el Museo de Arte Moderno

Tres mujeres artistas en el Museo de Arte Moderno

Marianne de Tolentino
(1)
Hay circunstancias extraordinarias, imprevisibles y bienvenidas. Acaba de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, como siempre –y tal vez más que nunca–, una oportunidad para realizar actividades que demuestran el brío de la condición femenina en la creación. Pero que, casualmente, en esta misma fecha y en el Museo de Arte Moderno, tres mujeres artistas presenten muestras individuales es un motivo de regocijo… Además, las tres se destacan respectivamente por una carrera definida y reconocida.
No dejamos de pensar que, de planificarse como evento, estas exposiciones tal vez no hubieran sido tan exitosas, espontáneas y bien elegidas. Cada exposición, cada expositora contribuye a tomar la medida justa de la diversidad del arte dominicano contemporáneo.
Rosario Rivera promueve la fuerza y el compromiso de una abstracción gestual. Inés Tolentino enarbola el rigor del dibujo y los valores de la figuración. Iris Pérez proyecta fogosamente pluralidad plástica y poesía visual.
“Splash” de Rosario Rivera. En nuestro panorama artístico, Rosario Rivera es probablemente quien más argumente pictóricamente su convicción acerca de una verdadera acción abstracta sobre la tela. La pintura se vuelve testimonio y derroche de energía en base al cromatismo: un ritmo físico y emocional proyecta el pigmento y “gestualiza” la línea.
En sus vastas superficies, no hay distinción entre centro y periferia, alto y bajo, derecha e izquierda… La explosión de los colores alcanza el soporte a manera de fuegos artificiales, el estallido a veces alterna con el “dripping” e hilos verticales de pigmento, sin que olvidemos la irrupción repentina de módulos estriados y su geometría inesperada dentro de lo informal.
En estas composiciones, Rosario ordena una pretendida dinámica del desorden, y las vibraciones ópticas resultan placenteras desde aquella profusión tonal, voluntariamente abigarrada. Si será difícil apreciar aquí la imagen en función de elementos tradicionales, la vistosidad del color y el virtuosismo del gesto ciertamente ejercen su seducción.
Ese “Splash” pictórico posee su encanto intrínseco que Rosario Rivera transmite a una cristalina instalación colgante. Sin embargo, en la parte posterior del salón, el gran ambiente vegetal, salpicado de desechos, no ha conseguido el efecto ecológico buscado: las plantas se secaron, su perfume se volvió olor, y su verdor, “grisalla”.
… Recordaremos el frescor, el dinamismo, la luminosidad de las pinturas de Rosario Rivera, cuya curaduría –externa– encargó a Rochi Llaneza, profesional jurado de arte y organizadora de exposiciones.
“Diez años” de Inés Tolentino. Este título tan seco contrasta con la generosidad de una magnífica y extensa exposición, pero, al mismo tiempo, señala, de entrada, una antología de obras realizadas aproximadamente entre 2007 y 2017. Es una excelente selección, emprendida con el curador en jefe, Amable López Meléndez, y hemos de mencionar la calidad de la museografía que supervisó la directora del MAM, María Elena Ditrén.
La muestra se inicia con una secuencia de grandes cuadros donde Inés Tolentino utiliza la figura dentro de unos medallones– ¡la naturaleza en miniaturas!–, colocados en medio de una estricta geometría. Si una connotación ideológica se esconde detrás de lo puramente formal, el primer atractivo, como en la mayoría de las obras expuestas, surge de la factura escrupulosa, el colorido delicado, la mezcla de disciplina, limpidez y refinamiento.
Dentro de la técnica mixta, tan variada como frecuente, la artista retorna al oficio tradicional de la costura y el bordado. La aguja dialoga con el pincel, el hilo con la pintura, mientras el “collage” juega con tejido, lámina o plástico, hasta con objetos y papel quemado. En “Coseré mi corazón en el tuyo”, lo real y lo metafórico se funden, armoniosos en la melancolía.
Ya, desde las primeras obras, el dibujo demuestra su dominio omnipresente hasta el final de la exposición. Así, en la muy bella y conmovedora serie del puerco muerto, la realidad dramática contrasta con la elegancia y la dulzura del trazo. El lápiz acaricia a la bestia dormida, en todos sus pliegues, hacia la eternidad, mientras los humanos son comparsa cruel y sacrificadora.
Otro testimonio de fluidez y precisión anatómica sobresale en los perros, tema y figura recurrente que atraviesa varias composiciones y espacios. La fuerza vital y la meticulosidad –llevada hasta una ilusión de volumetría–, son tales que solamente después leemos el contenido simbólico de perro huidizo a pueblo sufrido, por cierto una lectura abierta.
El estilo de Inés Tolentino se expresa, pues, en imágenes llenas de sabor, poesía y humor, combinando la definición y la representación, la academia y la extrañeza… susceptibles entonces de llegar, en su temática, al mito. Nos referimos a la serie de las Danae, que ella retomó y amplió últimamente. Es la vertiente sensual y erótica de su producción dibujística, y sentimos cuánto la artista disfrutó actualizando esa diva “moderna”, menos lastimada que penetrada por la felicidad, debajo de aquella lluvia jupiteriana de oros y papeletas… Ahora bien, Inés Tolentino es capaz de cambiar la exquisitez de esos desnudos por la brutalidad casi caricaturesca de un cuerpo masculino, en otra dimensión…
Ingres, famoso pintor y dibujante, expresó que “el dibujo comprende las tres cuartas partes y media de lo que constituye la pintura”. Así sucede en la obra de Inés, pero la pintura forma también parte de su itinerario creativo. Dominio de la luz y de los planos en una casi indiferencia al volumen recortan la forma en las impresionantes telas del incendio, y, recientemente, el navideño Parque de las Luces retuvo su inspiración y motivó aterciopeladas armonías del color. Es un ejemplo de abstracción figurativa o de figuración abstracta…
Inés Tolentino lo expresa: “El común denominador es la figuración por todos los medios. Figurar aquello que me entorna, refigurarlo a mi manera. Recibí el dibujo y la ilustración como herencia familiar”. Como Inés se refiere al legado de su abuela y su bisabuelo maternos, tampoco dejamos de apreciar su exposición como “herencia familiar”: secreto a voces, Inés Tolentino es mi hija. (continuará).

Publicaciones Relacionadas

Más leídas