La vida es un ascensión constante. Se eleva el pensamiento.
En esta entrega quisiera que mis primeros juicios sean para despedir a doña Yvelisse Prats de Pérez. Tuve la gran dicha de tratarla desde mi adolescencia, en razón de mi amistad con su hijo mayor Frank. Ella, siempre empeñada como maestra de origen y vocación, insistía en que tuviéramos buenas maneras y que leyéramos mucho.
Luego fui su médico por años y puedo dar fe pública de que mantuvo toda la lucidez mental de una señora excepcionalmente inteligente hasta el momento de su muerte. Mucho se ha dicho de esta dama, ejemplo depersona ecuánime de esa bella expresión del alma y bien sabemos todos que en ella se cultivó la equidad, la rectitud y la justicia.
Ejerció numerosas funciones públicas, desde Ministra de Educación, como la primera mujer en asumir la presidencia de un partido político en toda América Latina (presidenta del PRD de 1979 a 1982), regidora, diputada, etc., y al haberlo hecho con la mayor moralidad, todo el pueblo dominicano la reconoció en su partida terrenal.
Desempeñó todas esas posiciones con la máxima integridad, y no puedo dejar de reconocer qué falta nos están haciendo ejemplos como ella. Doña Ivelisse, usted plantó, con su ejemplo y dedicación de maestra excelsa y funcionaria íntegra, semillas de raíces profundas para hacer crecer el árbol de la dignidad y el decoro, para hoy cosecharflores y frutos sazonados para alimentar el espíritu nacional en lo ético y lo moral.
Un segundo juicio: es sobre una dama de esta misma estirpe, pero nacida en San Cristóbal, Altagracia Ofelia Barinas, por todos querida como Doña Gracita, quien murió la pasada semana a los 106 años. Esta señora fue una muy distinguida munícipe, con la que había un lazo familiar, era prima de mi abuela y de mi tía María Josefa Gómez Uribe, maestra eminente que ejerció en Salcedo (la escuela lleva su nombre).
Recuerdo su casa con un inmenso jardín lleno de flores, evoco que cuando éramos chicos y había en mayo que llevarle flores a la Virgen en el Loyola, ella nos preparaba unos arreglos muy hermosos. Se destaca en esta laboriosa dama sus aportes a la educación y a la cultura del pueblo sancristobalense. Fomentó la inauguración de bibliotecas, salas de lecturas, comedores populares, etc.
Deseo resaltar su participación como secretaria junto al poeta Domingo Moreno Jimenes en la formación de una institución de poesías con una labor encomiable de divulgación cultural.Ella fue para todos esa persona útil, idealista, creadora, activa y gran trabajadora quien ponía sus valores morales siempre al servicio de los demás.
La tercera despedida de este responsario es para el honorable caballero Dr. Cristóbal Federico Gómez García-Godoy, mejor conocido por muchos comodon Fredy.
Su velatorio tuvo lugar el mismo día que el de doña Yvelisse. El fue un ser humano de perfil humanista, visionario, emprendedor, gran colaborador con toda la clase médica como el que más, fue miembro Titular Activo de la Fundación de la UNPHU. Fundó con gran éxito las empresas CFG, Laboratorios Magnachen y Gary.
Él representó un vivo ejemplo de la perseverancia, ese acumulo de potencias para mover los recursos interiores asentados en el cerebro, con fines de realizaciones. La vida es una ascensión constante. Se eleva el pensamiento.
Se crece en sabiduría. La conciencia se enriquece con la experiencia. En fin, operan diversas expresionesde importancia real en cada quien y más cuando la cultura rebosa lo alto de nuestro lumen. Eso pasó con don Federico, tuvo gran éxito empresarial, pero hizo grandes aportes a la educación.
Yo tuve el honor de ser su médico por largo tiempo. Espero que estas líneas a modo de responso sirvan como condolencias para todos los familiares de estos fraternos personajes.
Con acezante esperanza, aspiro que por lo menos una escuela en la capital, una calle en San Cristóbal y una sala en la UNPHU, lleven los nombres de estas tres figuras emblemáticas, quienes vivieron una vida digna, fueron una página honrosa en nuestra sociedad y con aportes importantes a la educación nacional, para que no pase lo que comúnmente acontece, que nuestros hombres y mujeres primigenias, sus acrisoladas vidas trasmutadas en darse al país y sus nombres de ilustres ciudadanos, son engullidos por las crueles fauces del olvido y el desagradecido hastío de los segmentos sociales a los que le sirvieron.