Tres pinturas y dos instalaciones

Tres pinturas y dos instalaciones

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La 58 Bienal de Venecia, en su sibilino planteamiento temático, “May you live in interesting times” (Que pueda usted vivir en tiempos interesantes), acogió las más variadas propuestas: suaves, violentas, pesimistas, y optimistas -menos-… Conscientes del drama ecológico que la República Dominicana confronta, propusimos el reto de la naturaleza y la biodiversidad.
Se pidió a los artistas dominicanos referirse a la conservación y protección del medio ambiente y los recursos naturales, las especies vegetales y animales, cuando la depredación de la foresta –¡tala y quema!–, la explotación agrícola y minera, el desarrollo de la ciudad –a veces salvaje–, atentan a la biodiversidad excepcional del país. Prioridades de preservación abarcan agua, suelo, flora, fauna, la naturaleza en conjunto.
Los cinco participantes integran en sus obras elementos biológicos, corpóreos, vegetales, acuáticos, geológicos, zoomórficos, atmosféricos, históricos aun, en estilos particulares, entre realidad e imaginación. Reinventan la naturaleza, insólita y creativamente, intercomunicación con el universo y la vida a varios niveles, local, regional, planetario, como lo requería la bienal.
Con una paleta de sobria a esplendorosa, Hulda Guzmán alcanza dimensiones mágicas en un “territorio” ecológico, todavía indemne. Su pintura concilia estética, emoción y misterio –con la pirámide–. Agua, topografía, exuberancia vegetal, revoloteo aviario, cielo astral, (con)fluyen y generan acordes cromáticos hasta una intensidad embriagante. Pero la inserción de abstracciones líricas ya amenaza el orden idílico de la “Fiesta en la selva”…
Miguel Ramírez, artista totalizante en dos y tres dimensiones. demuestra su esperado dominio del espacio, de las formas, del colorido, de los materiales, del ensamblaje. En “Herbario”, simbiosis de pintura, escultura e instalación, con dimensiones y proporciones muy estudiadas, la vegetación tropical lucha por la supervivencia, enfrenta al crecimiento urbano invasor, despliega un follaje ensortijado y ascendente.
Desde Nueva York, Ezequiel Taveras ha ido rechazando la cerámica como simple pieza decorativa; la concibe como una reflexión ante el presente y la contemporaneidad. Su “Memoria de la tierra” despliega una sucesión, física y metafísica, de mosaicos. Alegoría de tiempo y espacios telúricos, intervienen aquí signos, texturas, elementos mates y brillantes, vitales y contrastantes, un testimonio de pluralidad creadora.
Los grandes lienzos de Julio Valdez nos sumergen en las transparencias fascinantes de un ecosistema ideal, agua y mar movedizo, poesía visual de los reflejos. Sin embargo, no falta, implícito, en “Las Terrenas”, un mensaje de advertencia, y se percibe el drama del océano, agredido y perturbado Una obra impecable dentro de la auto-exigencia de maestría que apreciamos en este artista y gestor cultural.
El tercer “dominicano ausente”, es el pintor Darío Oleaga, de impresionante formación y carrera, cuya obra contundente amerita una mayor difusión. Optando por grandes cuadros, casi murales, últimamente se ha interesado en pintar formatos circulares, combinando abstracción y figuración, ritmo y materia, trabajo enérgico de variaciones cromáticos. ¡El tema de la naturaleza le inspiró!
Ahora bien, no bastaba colgar los cuadros correctamente, la pobreza de la luz es perjudicial a la alta calidad de las obras dominicanas y a su luminosidad interior… Así mismo, los mosaicos de Ezequiel requerían un montaje sobre panel ¡que los muros seculares no permitieron!
Ventura, aventura, desventura. La mayor alegría acogió el ofrecimiento de la compañía italiana de eventos Start y su pequeño patrocinio. Por primera vez, el país iba a contar con un pabellón propio, anhelado siempre, y la Embajada Dominicana, al formalizar su acuerdo, no se percató de los riesgos: primero al compartir con Grenada y Guatemala en un palacio distante del “corazón” de la Bienal; luego, al incluir artistas italianos como si fueran nacionales nuestros… y así figuran en todas partes. ¡Nos abstenemos de todo juicio de valor, lo que ya es un juicio! Sin hablar de la cantidad de restricciones e impedimentos. En cuánto al pequeño catálogo de la compañía, que omite al Ministerio de Cultura, no merece comentario.
Reiteramos que, para la próxima Bienal de Venecia, en diálogo directo entre autoridades, la República Dominicana puede tener un verdadero pabellón nacional, sin integrantes extranjeros, sin imposiciones cerradas de dimensiones, cantidad, y cohabitación.

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