Esto es según un inédito estudio de la Unesco en la región
Un 85% de las y los de América Latina y el Caribe considera tener una actitud positiva ante personas de origen y cultura diferente a la propia.
Es una de las conclusiones del informe divulgado recientemente por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que midió las habilidades socioemocionales de alumnos de 6º grado de primaria en más de 4.000 escuelas de la región.
Es la primera vez que ese tipo de habilidades son medidas a gran escala a nivel latinoamericano.
«Es un primer gran esfuerzo con los países de colocar las habilidades socioemocionales en la misma posición que las de conocimiento», señaló a BBC Mundo Carlos Henríquez, coordinador del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación de Unesco (LLECE), que realizó el informe.
«Yo creo que eso es una tremenda señal, no solo educativa, sino de política educativa, de cómo en la región priorizamos un desarrollo integral de los estudiantes».
Las habilidades socioemocionales se midieron en 16 países de América Latina con base en cuestionarios, y formaron parte de las pruebas ERCE 2019 que evaluaron además el desempeño en áreas de lectura, matemáticas y ciencias.
Los resultados en esas disciplinas ya habían sido divulgados en noviembre.
Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de Unesco para América Latina y el Caribe, Orealc/Unesco, señaló: «Las habilidades que midió el ERCE 2019 son parte de un conjunto de habilidades socioemocionales que hoy sabemos que son esenciales para el desarrollo personal y para el desempeño y convivencia en la escuela y en todos los demás ámbitos de la vida».
¿Qué habilidades socioemocionales se midieron?
1. Apertura a la diversidad
«Es el grado en que los estudiantes perciben que son capaces de aceptar, de tolerar o de establecer vínculos con quienes son distintos, diferentes a ellos», explicó Henríquez.
La apertura a la diversidad «es el grado en que los estudiantes perciben que son capaces de aceptar, de tolerar o de establecer vínculos con quienes son distintos a ellos», agregó.
Los alumnos respondieron en su amplia mayoría «me gustaría un poco» o «me gustaría mucho» a preguntas como las siguientes: «Si a tu curso llegaran estudiantes que vienen de otro país, ¿Cómo te sentirías?»; «si a tu curso llegara un estudiante que tiene una discapacidad (por ejemplo, ciego, sordo o que necesite una silla de ruedas) ¿Cómo te sentirías?»; o «si a tu curso llegara un estudiante que tiene un color de piel diferente del tuyo, ¿Cómo te sentirías?».
Las respuestas de los distintos países participantes fueron similares en esta habilidad, con excepción de Cuba y Costa Rica que tuvieron un porcentaje mayor de respuestas positivas (Cuba 93% y Costa Rica 92%).
2. Autorregulación escolar
En este caso se buscó medir la capacidad de los niños para regular sus emociones, pensamientos y comportamientos durante el aprendizaje. El 74% de las respuestas fueron positivas en el promedio regional.
Los estudiantes respondieron en su mayoría «varias veces» o «casi siempre o siempre» a situaciones como las siguientes: «Sigo las reglas de la clase, aunque el profesor no me esté mirando»; «pido ayuda al profesor cuando no entiendo qué hay que hacer».
La autorregulación también incluye la capacidad de perseverar hacia un objetivo y postergar gratificaciones. Hernández explicó que estas cualidades se midieron a través de situaciones como «antes de entregar una tarea o un ejercicio, lo reviso bien», «antes de ponerme a jugar, termino de estudiar», «aunque una tarea me sea difícil, sigo trabajando en ella» y «aunque las cosas no me resulten, sigo intentándolo».
Si bien la variación en las respuestas entre los países es pequeña, los estudiantes de Cuba reportaron niveles más altos de autorregulación escolar (87% de respuestas positivas), mientras que alumnos de Brasil reportaron niveles menos elevados (57% de respuestas positivas).
3. Empatía
«Es un elemento central para la construcción de ciudadanía y de comunidad», afirmó Henríquez, y significa «poder ponerse en el lugar de otro, reconocer la perspectiva del otro y respetarla».
La empatía incluye varios elementos, como la habilidad para identificar nuestras propias emociones en relación a otros, reconocer las emociones que están experimentando otras personas, interpretar sus intenciones y tener capacidad para actuar o responder considerando las emociones de los demás.
El 55% del total de respuestas fueron «varias veces» o «casi siempre o siempre» a situaciones como «siento tristeza cuando un compañero no tiene nadie con quien jugar», «trato de ayudar a un compañero en problemas, aunque no sea mi amigo», y otras situaciones que requieren ponerse en el lugar del otro emocionalmente o comprender su punto de vista y actuar sintonizando con lo que le sucede.
¿Cuáles son las lecciones?
Los cuestionarios no solo midieron habilidades socioemocionales, sino que identificaron los factores asociados que influyen en su desarrollo.
Uno de ellos es la importancia del preescolar, ya que los niños que tuvieron acceso a esa educación inicial registraron puntajes más altos.
Otro hallazgo fundamental es cuán crucial es que los alumnos perciban un interés genuino de los docentes en apoyarlos.
Este factor está «muy ligado a lo que hacen los maestros en la sala de clase, cuando están atentos a las preocupaciones de los estudiantes, animándolos, cuando los maestros hacen eso, se obtienen mejores resultados».
«No es que le estemos preguntando al maestro, sino que les preguntamos a los estudiantes si ‘los profesores se dan cuenta de que algo me preocupa'».
«Cuando hay una conexión emocional resulta importantísimo, hay un tema de bienestar».
También es importante que el maestro reconozca los avances de los alumnos con comentarios específicos y positivos.
El estudio reveló, además, que un clima de orden en el aula es relevante para el desarrollo de estas habilidades.
Los alumnos que asisten a escuelas donde hay mayores niveles de disrupción (aulas donde los estudiantes se interrumpen cuando intervienen, donde el docente tiene dificultades para iniciar la clase y lograr que haya silencio, y donde prima el desorden) reportan menores niveles para las tres habilidades.
El siguiente paso: «Llevar los datos a la sala de clase»
El desafío ahora es que los hallazgos de ERCE 2019 se traduzcan en cambios en la realidad.
«Lo que nosotros queremos hacer en conjunto con los países en 2022 es ver cómo esto lo llevamos a la sala de clase», afirmó Henríquez.
«Siempre hemos dicho que la evaluación es un medio para el fin mayor que es el bienestar y aprendizaje de todos los estudiantes».
Para Henríquez, un gran campo en el que los países pueden actuar es el entrenamiento de los maestros.
«Actualmente hay muy poca formación para que los docentes trabajen las habilidades socioemocionales», señaló el coordinador de LLECE.
«Lo que hemos visto en conversaciones con los maestros es que ellos plantean ‘yo quiero aprender a reconocer también emociones para hacerlo con mis niños’ «.
El coordinador de LLECE espera que el informe pionero sobre habilidades socioemocionales sirva para determinar «cómo generamos mejores oportunidades de aprendizaje para que los niños tengan bienestar, sean felices, y sean conscientes del otro, que aprendan a vivir con el que piensa distinto o es distinto».
«Y también, insisto, construyan una comunidad, un país y una región mejor para ellos. No cuando tengan 18 o 20 años y sean ciudadanos formales, sino que aprendan a resolver las diferencias en la sala de clase, en el patio, en su espacio hoy día para que puedan desarrollar todo su potencial».
Claudia Uribe aseguró que fortalecer las habilidades socioemocionales es más importante que nunca debido a la pandemia.
La directora de la Orealc/Unesco señaló que «tras los cierres prolongados de las escuelas es hoy más urgente que nunca dar herramientas a las y los docentes para que puedan acompañar a sus estudiantes en su dimensión socioemocional que se ha visto fuertemente impactada por la pandemia».