Tridimensionalidad  en Juan Trinidad

Tridimensionalidad  en Juan Trinidad

PATRICK LAUNDRY
La escultura, al igual que la danza, es un género de expresión artística que requiere del artista un conocimiento y una apreciación del espacio mucho más grande que cualquier otro modo de expresión. Para tomar vida, necesita salir de la materia, en el sentido literal de la palabra. La obra del escultor Juan Trinidad refleja bien la conciencia que debe tener cada escultor frente al mármol, la madera, el bronce o cualquier tipo de materia prima con valor a los ojos del artista para ser tallada o fundida.

Tallar o fundir son más que acciones. El escultor está a la merced  de la materia. Existe una relación carnal con ella. Eso requiere una sensibilidad extrema por las sensaciones que procura el toque. Tallar mármol o hielo no requiere las mismas aptitudes, porque el artista debe escuchar la materia. Juan Trinidad lo expresa muy bien diciendo que el pedazo de madera le habla e indica cuál es la forma más adecuada para que la vida surja, hasta el punto en que la madera se calla. Eso le indica que la obra está terminada. No es fácil saber cuando un dibujo, una pintura o una escultura no requieren más cosas. Siempre fue y es todavía algo que divide a los artistas. Vemos que Trinidad comparte su vida con la naturaleza, hace más que escucharla, la ayuda a tener una segunda vida. En sus propias palabras, “el árbol que ha caído no está muerto, sino que va revivir”. Es un renacimiento artístico. Es la razón principal de su preferencia por la madera.

Ante todo un escultor más que cualquier otro artista plástico debe tener una visión precisa de la profundidad. Según sus propias palabras, él busca el contacto con ella. La escultura es una expresión en tridimensionalidad. No tiene un fondo sobre el cual el artista pueda apoyarse. No hay algo detrás que permita, como en el dibujo con el papel, dar  belleza a un trazo. Se puede decir que lo más difícil para los escultores es jugar con el “vacío” creado por el aire alrededor de la obra. No se puede confundir con el vacío de la hoja blanca. Una escultura no es solamente una materia tallada sino también una combinación de volúmenes dentro del vacío que se llama ambiente. Ese es el desafío más grande del escultor: tallar para llegar a un punto que permita a la escultura vivir por lo bello de sus formas y sobre todo expandir su lenguaje alrededor de ella misma. Trinidad confirma estas ideas diciendo que “he elegido la escultura, justamente, por lo bello de lo tridimensional”. Los volúmenes pueden crear placer por la combinación de las formas y crear más que una simple combinación de formas. Eso expande  su expresión formal y espacial más allá de la escultura en sí. Es la verdadera labor del tallador, la cual Trinidad logra de manera magistral.

La forma tiene que jugar un papel fundamental. Es el vocabulario básico sin el cual no hay expresión. De hecho, tiene algo que ver con la sociedad. El vocabulario formal al igual que el vocabulario lingüístico, no es el mismo en función de los países o de las regiones. En la obra de Trinidad, existe una mezcla entre las culturas taína, africana y  europea, como ocurre en su propio país, la República Dominicana. Su propósito es mantener esa identidad ancestral.

Es bien difícil separar las tres culturas, porque su obra es un todo que le permite expresarse, además de su propio lenguaje artístico.

Para tomar ejemplos con los taínos, se observa vínculos a nivel de soluciones gráficas y a nivel de la conceptualización. Trinidad utiliza, entre otras formas, el círculo doble concéntrico frecuentemente en sus rostros y también en otras partes de sus esculturas, como solían usarlos los artistas taínos. Es como una marca de identidad. A nivel conceptual, hay una manera de distribuir elementos formales en un espacio, igual que ciertos objetos de esta cultura.

Si nos arriesgamos a ser reductores, él saca del arte africano el ángulo redondo que se encuentra en las articulaciones del cuerpo humano. La forma angular redondeada le permite dar ritmo y dinámica. Es parte también de la complejidad geométrica que viene de África, compartida con los taínos y que fascinó a los artistas del siglo XX como Picasso. Trinidad elige el roble por la belleza de la textura y su cercanía con la naturaleza. Pinta sus maderas en negro para dar así la profundidad del ébano que se utiliza frecuentemente en la escultura africana.

Del movimiento europeo del siglo XX, a través de la obra de Picasso y de otros artistas que se interesaron por el arte negro, Juan Trinidad se acerca a ese movimiento para retomar e interpretar un vocabulario formal muy conocido. Tenemos que regresar al tema de la tridimensionalidad. Picasso y Braque, durante la primera etapa del cubismo, la etapa analítica, buscaron una forma de representar, figurar cada parte de un objeto o de una persona. Creando una dislocación de la cosa pintada en pedazos, lograron lo que buscaban. Al ser hechas sobre papel o lienzo, y ésta es la genialidad de estos artistas, lograron una representación ficticia de las tres dimensiones, y partieron del arte negro africano para llegar ahí. Trinidad comparte con ellos la sensibilidad por lo tridimensional y por la introspección de la figura. Corta, compila, distribuye las formas para que la escultura se exprese desde cualquier ángulo o punto de vista.  Corta la forma en rebanadas al igual que Arman, pero no pone estas rebanadas en el mismo plano como escultor de los famosos “violons découpés”, sino que siempre tiene el deseo de complacer su predilección  por la tridimensionalidad. Para él, “es una expresión de la evolución, del evolutivo y del giratorio porque la vida es movimiento. Son rebanadas que van y que vienen”. Es una fuerza que tiene también algo que ver con las leyes de la óptica.

De manera general dos características forman parte de su trabajo: la verticalidad y el equilibrio.

La verticalidad tiene varias referencias. La primera es elemento totémico, que viene de lo ancestral. Pero hay que decir que la producción artística de Trinidad se inscribe no solamente en una tradición antigua, sino también en los maestros modernos, como Prats-Ventós. Su expresión de la verticalidad reposa sobre un apilado de formas figurativas o abstractas en  un orden que nos lleva debajo hacia arriba en un movimiento ascendente.  Trinidad habla del transcendente del ascendente. Esta verticalidad está íntimamente ligada al equilibrio, otra característica de su obra.  

Hay un equilibrio entre lo abstracto y lo figurativo. Lo abstracto es una revelación o una “figuración” de la parte abstracta del cuerpo humano. Eso proyecta, según él, quienes somos y a dónde vamos.

Existe también un equilibrio dinámico que viene de la manera con la cual Trinidad apila las diferentes estructuras, jugando con lo tridimensional. Es una parte fundamental en las soluciones plásticas del artista. Estas estructuras afirman al mismo tiempo lo frágil  y lo ponente del equilibrio. Sin riesgo de caer, no hay fuerza de estabilidad. Las grandes obras verticales son ni más ni menos que una figuración de los árboles en la naturaleza. Es el componente central de su expresión propia. Es como si fuera su firma.

En fin, otro equilibrio impalpable, es el equilibrio espiritual que resulta de la contemplación de su obra y de su discurso, un equilibrio tan bello como frágil, que nos lleva a una cierta paz.

Las esculturas de Trinidad tienen la belleza de la fluidez de las formas, aliada a un vocabulario formal de gran complejidad geométrica y sociocultural. Este equilibrio suscita un deseo de admiración inagotable a todo aquél que contempla sus obras.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas