Tripas de la historia II

Tripas de la historia II

…vienen los teóricos pesimistas a decirnos que nuestros compatriotas no sirven para nada y que, además, no servirán nunca. Bonó dice que estamos en perpetuo complot contra la nación; José Ramón López nos dice que la desnutrición nos baja las fuerzas físicas y nos destruye el cerebro. Lo cual es cierto. Pero él añade que eso se transmite genéticamente, que se hereda el daño cerebral adquirido, lo cual no es ya tan cierto. Se piensa entonces que, aun cuando coman bien otras generaciones con más suerte en las cosechas o con mejor repartimiento de la riqueza, ya no hay remedio, pues la raza está tarada. Américo Lugo, después, nos llama inferiores y degenerados.

Moscoso nos habla de la heterogeneidad psicológica de los mulatos como producto de la variedad de las mezclas. Peña Batlle se revuelve contra la africanización de las costumbres y propone la importación de gente blanca hispánica. Nos dice que necesitamos un gobierno fuerte: el centralismo. Nada de descentralización administrativa, como quería Hostos. Nos han llamado también paranoicos, masa caótica de crímenes y sangre, sociedad que nada más sabe de la anarquía o de la tiranía. Se nos acusa de ser un pueblo donde nunca gobiernan quienes deben.

“Tras ese pesimismo”, fruto explicable de nuestra historia, de nuestra estructura social y de nuestra política, se han propuesto algunas soluciones a nuestras cojeras. Hostos quería maestros. López quería trabajar mucho, hacer capitales y formar cooperativas. Lugo cree que la descentralización podría ayudarnos, lo mismo que un gobierno aristocrático. Moscoso quería salud pública e inmigraciones extranjeras. Rafael Justino Castillo pensó en la educación y el fortalecimiento de las instituciones jurídicas. Federico C. Álvarez propuso, en 1929, la formación de una elite intelectual y la difusión de una ideología. Una campaña ideológica era para él un importante medio de reforma, entre otros económicos y sociales que también sugiere.

Debemos, pues, hacer un examen de nuestra historia general, otro de nuestra sociedad de hoy; mirar nuestra historia política. Después estudiar las visiones pesimistas de historiadores y sociólogos de pasado y, de igual manera, revisar sus proyectos de mejoramiento social. Entonces habría que plantearse todo de nuevo, estructuralmente, con modernos instrumentos intelectuales… (Un ciclón en una botella; 1996).

 

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