Tripode

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POR DONALD ROWLAND 
Responsabilidad
Social Corporativa (RSC), Nuevo Reto del Empresariado Dominicano

Una de las características que definen el espectro de las corrientes modernizadoras que vienen invadiendo al mundo en los últimos tiempos, es la de no tener límites en cuanto a su influencia global en prácticamente todos los sectores que conforman el conjunto social de los países, más allá de las barreras fronterizas que puedan presentar su geografía, su cultura o su sistema económico.

Ante el empuje de esta avalancha de cambios estructurales generados desde el exterior, pocos han sido los sectores locales previsores de estas tendencias que han logrado adaptarse y aprovechar los aspectos positivos que acompañan a estos cambios.

El sector productivo nacional en su conjunto con el empresariado y su organismo representativo el Conep a la cabeza ha sido pescado desprevenido en cada oportunidad, desde los días iniciales de la apertura de los mercados, pasando por la firma del acuerdo RD-Cafta hasta estos momentos en los cuales se introduce al país el nuevo concepto de la Responsabilidad Social Corporativa o Empresarial, impulsado por el Foro Internacional de Líderes Empresariales (International Business Leaders Forum (IBLF), con el apoyo del PNUD, dentro de los parámetros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas.

Esta nueva propuesta parte de la premisa de que la función de la empresa como tal no puede limitarse a la simple tarea de “crear empleos”, cuando la más elemental de las definiciones señala que la Responsabilidad Social Corporativa es el contínuo compromiso de la Empresa de mantener un comportamiento ético y contribuir al desarrollo económico al tiempo de promover la calidad de vida de sus trabajadores y sus familiares así como de la comunidad local y la sociedad en sentido general.

La propuesta es más abarcadora aún si nos atenemos a los planteamientos hechos recientemente por John Ruggie, recién nombrado Representante Especial del Secretario General de Naciones Unidas sobre el tema de los derechos humanos y las corporaciones transnacionales y otros empresarios, ante los ejecutivos del Foro Internacional de Líderes Empresariales.  

En referencia al tema en cuestión Ruggie identifica y define claramente los estándares de la responsabilidad corporativa y empresarial con respecto a los derechos humanos haciendo énfasis en la importancia de evitar la polarización de los puntos de vista y las posiciones que envolvieron los debates iniciales sobre negocios y derechos humanos.

La clave para el éxito de esta misión en su opinión reside en encontrar la vía de cómo combinar más efectivamente lo deseable con lo alcanzable, en razón de que los instrumentos de los Derechos Humanos nunca fueron creados con la comunidad de negocios en mente y muchos son difíciles de traducir en términos que hagan sentido inmediato para los empresarios.

El representante de Naciones Unidas hace la salvedad, sin embargo, de que es importante evitar que los gobiernos se desentiendan del problema en razón de que si estos en todas partes hicieran lo que están supuestos a hacer que es “gobernar para el interés colectivo e imponer la ley”, el ámbito de este reto sería considerablemente circunscrito y disminuída su urgencia.

La nueva visión de los expertos sobre la materia indica que la globalización de la economía en una era pos comunista ha ofrecido oportunidades sin precedentes para los negocios teniendo las industrias fabricantes de bienes de consumo a un creciente numero de suplidores en los países en desarrollo y las economías en transición. 

Las empresas responsables, por tanto, han entendido por largo tiempo su deber de cuidar a sus empleados aceptando recientemente que los límites de su responsabilidad deben ser extendidos para incluir la protección al medio ambiente.

Si bien ante esta nueva realidad las compañías no pueden ni deben ser árbitros morales del mundo ni pueden usurpar el rol de los gobiernos y mucho menos resolver todos los problemas sociales que se les presenten -ha dicho Sir Geoffrey Chandler, directivo de Amnesty International y ex-ejecutivo de la Shell Company-, su influencia sobre las políticas económicas globales está en crecimiento y su presencia afecta cada vez más a las sociedades en que desenvuelven sus operaciones.

Por ello es un imperativo que reconozcan que su habilidad para continuar supliendo servicios y bienes de consumo y creando riqueza “para lo cual el sector privado ha demostrado ser exclusivamente exitoso”, dependerá de su aceptación de una sociedad internacional que cada vez más reclama la protección a los derechos humanos como condición a la licencia corporativa para operar.

En el actual panorama de incertidumbre que presentan los distintos estamentos de los partidos políticos y de la política en sentido general de cara al futuro, de seguro que este será uno de los retos que más temprano que tarde habrán de enfrentar el sector productivo nacional, los empresarios y sus empresas de toda índole. 

d.rowlan@verizon.net.do 

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