Hoy 
POR DONALD ROWLAND
¡Oh! sagrada publicidad, cuantos genios aparecen en tu nombre.
DR-CAFTA, ¡Si o No!
La puesta en marcha de los acuerdos suscritos por el país en el DR-CAFTA se encuentra al doblar de la esquina, siendo un evento de una inminencia insoslayable y de característica irreversible, cuya ejecución, a pesar del largo tiempo en que se ha venido gestando, presagia que provocará un terremoto en amplios sectores del parque productivo dominicano.
Este tan largamente anunciado convenio encuentra al empresariado nacional sumergido todavía en la duda acerca de si les conviene o no su implementación en este momento, cuando ya se tiene como un hecho que el país debió haberse preparado, en un esfuerzo conjunto de todas sus fuerzas vivas para aprovechar las ventajas y las oportunidades que ofrecen los nuevos mercados y enfrentar las condiciones de competitividad que vienen parejas con ello.
La pregunta que se cae de la mata ante esta situación, y que muchos entendidos en la materia se vienen haciendo, tiene que ver con la realidad de saber hasta dónde el país se ha abocado al desarrollo de un plan de fortalecimiento de la competitividad nacional, que supone la atención a las necesidades de los distintos sectores y el fortalecimiento de sus capacidades para competir en este nuevo entorno.
La tarea se hace difícil tomando en cuenta que aun persiste en el mundo empresarial dominicano la cultura del proteccionismo, auspiciada y promovida por los gobiernos del Dr. Joaquín Balaguer en sus primeros años de mandato. Cultura generadora de una práctica heredada que ha llevado a muchos, aun hoy, a seguir mirando a papá gobierno en busca de protección ante el más mínimo riesgo en la inversión privada.
En el contexto de ese panorama de incertidumbre la palabra mágica que domina en todos los ambientes es la competitividad. Muchos la entienden como una condición particular y exclusiva de un sector, otros la confunden con el término competencia y algunos no alcanzan todavía a calibrar su importancia en el nuevo entorno de intercambio global de bienes y servicios en que nos encontramos.
La competitividad es un valor integral cuya condición sólo puede ser alcanzada cuando el país, como ente competidor, coloque su estructura de costos en el proceso de producción, principalmente mano de obra y materias primas, tecnología, diferenciación de productos y tamaño del mercado, entre otros factores, en punto de comparación con los demás países y lo habilite para interactuar ventajosamente con productores externos de productos con igual calidad.
Al acercarse la fecha en que debemos dar cumplimiento a unos acuerdos firmados por nuestros gobiernos en el DR-CAFTA, se ignora si realmente se han seguido los pasos sugeridos al país en cuanto a su estrategia de competitividad, basados en el logro de tres objetivos claramente definidos.
Estos objetivos tienen que ver con el impulso a aquellos sectores que en la actualidad son generadores del mayor intercambio extranjero, mediante la captación de oportunidades para estabilizar e incrementar la generación de empleos e intercambio extranjero en turismo y zonas francas.
El desarrollo de la capacidad de generar intercambio extranjero en sectores potenciales, tales como la manufactura y la agricultura, y por último, la identificación de otros sectores y oportunidades que ayuden al incremento de la generación de intercambio extranjero en el largo plazo.
Desde nuestro ámbito de observador, no obstante, lo único que podríamos asegurar es la existencia de un ambiente favorable para la implementación del acuerdo de liberalización comercial, en función de las condiciones macroeconómicas del país fundamentado en las políticas de estabilidad fiscal, monetaria y de intercambio promovidas por el actual gobierno, que ha demostrado tener una clara visión de los peligros que acecharían al país de no acceder a los beneficios que reporta este nuevo esquema de comercialización regional.
