Trípode
Crecimiento versus desarrollo

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Son muchas las personas que todavía se preguntan el porqué los dominicanos, en pleno siglo XXI, seguimos como sociedad en un crecimiento vegetativo, sin haber logrado los niveles de desarrollo alcanzados por otras naciones como Corea del Sur, que han pasado de un estadio de pobreza extrema a posicionarse como país modelo de desarrollo humano y social en el mundo.

Informaciones aparecidas en los medios son reflejo de comportamientos que como colectividad determinan el perfil de los grupos dirigentes que han modelado los rasgos esenciales de nuestra sociedad. Estos rasgos son actitudes recurrentes de un comportamiento que dan fundamento a la tesis del “síndrome de la dispersión clasista” y  al principio de la “bipolaridad sociológica del dominicano”.

Existe una multiplicidad de organizaciones dedicadas separadamente a las mismas funciones, con agendas particulares dirigidas a lograr metas que debidamente coordinadas pudieran dar mejores resultados. Basta señalar lo que acontece en sectores tan disimiles como el turístico, industrial de exportación, el sindical y ni que hablar del político. El afán de protagonismo de la mayoría de nuestros líderes en los diversos sectores y clases sociales, políticas, económicas, sindicales y de otro orden, ha producido a través del tiempo una minimización de los esfuerzos encaminados al logro de objetivos de bien colectivo, producto de la puesta en práctica de la máxima “es preferible ser cabeza de ratón que cola de león”.

Por otro lado, ejemplos hay sobre el cambiante estado de ánimo del colectivo dominicano, el cual fluctúa de forma cíclica e inconsistente con manifestaciones depresivas ante cualquier acontecimiento de carácter perjudicial, sea esta de naturaleza grave o crónica, y de repente presentarse totalmente eufórico, riendo y haciendo burlas de su propia desgracia.

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