Nos encontramos en la época del año en que las tiendas y los llamados “malls” se visten de gala para recibir a los miles de potenciales consumidores durante su periodo más productivo en términos de ventas, cuando estos últimos se aprestan a recibir y a gastar el dinero extra a que son acreedores en esta tradicional temporada de celebraciones cristianas y de jubileo pagano.

Este periodo se convierte por mucho en la más grande oportunidad que tiene la industria de la venta al detalle para colocar sus mercancías y hacer de la misma una fuente segura de beneficios económicos en el fin de año. La supervivencia de muchas tiendas, en consecuencia, depende de las ventas que estas puedan llevar a cabo en este tiempo.

Las estimaciones indican la inyección de unos 19 mil millones de pesos puestos a circular en el mercado nacional,  como resultado de la entrega de la regalía pascual a los cientos de miles de trabajadores tanto del sector público como el privado.

Por tanto, los detallistas hacen lo que sea para insuflar en la gente el espíritu navideño de compras y para atraerlos a sus tiendas. Decoraciones festivas, grandes anuncios, explotación de la figura de Santa Claus y todo el resto de actividades conexas forman parte de ese proceso.

La Navidad es un tiempo especial cuya influencia se hace notar en los diversos aspectos del quehacer humano, desde las sencillas costumbres de cada día, hasta en el consumo de los productos que gozan de la preferencia del público. Al ser la Navidad una época del año en la que se incrementa  el número de transacciones comerciales, da origen a un aumento en el nivel de consumo que guarda estrecha relación con los distintos segmentos del mercado. Los cambios de comportamiento y los sentimientos de los consumidores durante esta época del año sufren una notable variación.