Trípode
Economía 1960 Vs. 2010

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Hoy cuando en el país se habla de una economía pujante con niveles de crecimiento real del PIB proyectado para 2010 revisado al alza, entre 5.5 y 6 por ciento por el Fondo Monetario Internacional, a pesar de la crisis económica por la que atreviera la mayoría de las economías del mundo, es saludable recordar las condiciones de la nación a principios de los  60 una vez desaparecida la dictadura de Trujillo.

Los albores del año 1962 marcan el inicio del despertar del país al conocimiento de lo que significa la vida en libertad. Este cambio ciertamente brusco de un estado nacional de postración al de una situación de apertura y de posibilidades de libre elección, dio origen a una fase de inestabilidad y de reordenamiento del proceso político, económico y social del país.

El dominicano promedio comenzó a presionar a los gobiernos de la época en procura de lo que entendía ser la conquista de sus reivindicaciones sociales por tantos años conculcados por la tiranía. Estas gestiones obligaron al Estado a propiciar el incremento a los salarios de los trabajadores y a la vez a desarrollar planes de emergencia social para convertir en entes económicamente activos, a los miles de hombres que no encontraban plazas para laborar.

Todas estas medidas dieron lugar, a su vez, al inicio de la transferencia de los ciudadanos de las zonas rurales hacia los centros urbanos, principalmente a Santo Domingo, activando de ese modo la demanda de bienes de consumo, los cuales debieron ser importados, en su gran mayoría. De manera que las importaciones que en el 1960 apenas alcanzaban la cifra de 90.3 millones de pesos, ya para tan temprano como el 1964, ascendían a 202.4 millones de pesos, iniciándose así la generación de una continua y creciente demanda de bienes extranjeros. Para ese entonces el sector productivo nacional estaba conformado casi exclusivamente por el conjunto de empresas pertenecientes a Trujillo, sus familiares y sus allegados, las cuales se convirtieron poco después en lo que se denominó la Corporación Dominicana de Empresas Estatales (CORDE). El Estado recibió este parque productivo y no solo adquirió el valor del patrimonio físico que representaban las mismas, sino que heredó también los sistemas y procedimientos de su manejo administrativo, los cuales evidentemente estaban muy lejos de las corrientes modernas de administración empresarial que primaban en otros países de la época.

Estos sistemas y procedimientos eran también aplicados en las pocas empresas que conformaban el débil e incipiente aparato productivo privado de la nación dominicana.

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