Trípode
Juegos, juguetes y responsabilidad Social

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El uso de las técnicas modernas que pone los recursos del mercadeo en todas sus variantes al servicio de la comercialización de los productos y los servicios en nuestros mercados cada vez más exigentes y competitivos, conlleva en sí un mayor grado de responsabilidad ética y social en estos tiempos de avances en el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación mediática.

En todas las áreas de la comunicación comercial tradicionalmente se ha exigido un nivel de comedimiento y de reservas en el uso de las herramientas de persuasión, tan efectivas y eficaces, cuando de convencer a un consumidor para que acepte las bondades y/o excelencias de un producto o servicio determinado se trata.

La publicidad de la Industria del Juguete y/o del entretenimiento dirigido a los segmentos de infantes, niños y adolescentes en este tiempo de Navidad y Reyes no escapa a esta realidad siendo el ejemplo más elocuente de esta preocupación, la cual  adquiere hoy ribetes de universalidad por aquello de la globalización y de la apertura de los mercados.

Es evidente que la lucha que se desarrolla ahora en el ámbito comercial y que busca colocar a determinada empresa, producto o marca de juguete en forma ventajosa en el mercado, de manera que pueda atraerse la preferencia de los infantes, es mucho más dramática que antes y requiere de un mayor nivel de concienttización a la hora de mercadearlos y publicitarlos.

De hecho, la época en que los gobiernos tenían la omnipotencia y la omnipresencia para controlarlo todo e imponer su paternal tutelaje sobre las más disímiles actividades sociales, choca ahora con la realidad de un medio tecnológicamente avanzado, diverso y multidisciplinario, imposibilitado por tanto, de ser controlado mediante los métodos clásicos de regulación externa.

En este sector tan delicado de la industria en donde se juega de manera tan determinante con la etapa formativa de la “sique” del niño, como en todas las demás áreas de la competencia comercial, se impone el establecimiento de los Códigos y Consejos de Autorregulación Publicitarias, que ya operan en otros países de Europa y de Latinoamérica.

Con estos instrumentos a mano se podría tener la garantía, como se tiene ya en muchos otros mercados similares al nuestro, de que “en toda pieza dirigida a niños y jóvenes, se respeten la ingenuidad infantil, la inexperiencia y el sentimiento de lealtad de los menores y ningún aviso insinúe al menor que el hecho de no consumir determinado producto lo coloca en una situación de inferioridad con respecto a los demás.”

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