Paralelamente con la crisis que azota a los sectores más representativos de la economía mundial, algunas de las otrora más sólidas y reconocidas marcas institucionales y de productos están siendo abatidos hoy, del mismo modo en que los ciclones, terremotos, tornados y los múltiples fenómenos naturales que se manifiestan en el mundo, dejan a su paso a miles de personas damnificadas por los efectos de su fuerza destructora.

Las implicaciones de esta terrible crisis económica global parecen demostrar que ni siquiera afirmaciones tan certeras como las expresadas por Héctor Liang, Presidente de United Biscuits, con respecto a la fortaleza de las marcas al afirmar que: Las edificaciones envejecen y son destruidas. Las maquinarias se gastan. Los vehículos se oxidan. La gente muere. Lo único que permanece por siempre son las marcas. Ya esta aseveración no puede ser aceptada como un dogma de carácter incuestionable e inamovible.

La gravedad de lo que esta aconteciendo hoy en los mercados internacionales llega tan lejos que viene afectando la solidez hasta de la imagen del nombre USA, una marca fuertemente inoculada en la mente de la población mundial, a tal punto que había venido siendo aceptada hasta ahora como el paradigma del entorno ideal para hacer negocios y prosperar.

La credibilidad de una marca tan fuerte como Wall Street también esta siendo objeto de cuestionamientos en cuanto a su calidad para permanecer como centro modelo para el manejo de los mercados financieros internacionales.

Pero lo más triste ha sucedido con los poderosos representantes de la crema y nata de la gestión financiera, al declararse a una de ellas, Lehman Brothers, definitivamente muerta, la que apenas el año pasado fue valorada por una reconocida firma consultora en 4 mil millones de dólares.

De igual modo están en capilla ardiente AIG, Goldman Sachs, Merrill Lynch y Morgan

Stanley las cuales han conformado en los últimos años la lista de las principales 50 marcas del mundo, llevando a pensar que realmente las marcas no son entes inmortales como muchos habíamos pensado.

Al final, sin embargo, queda la esperanza de que a pesar de todo el cataclismo producido en los mercados globales, marcas como la Coca-Cola siguen impasibles e imbatibles como la marca más valiosa, ganando la confianza de los consumidores jóvenes y viejos en todo el mundo y pasando su liderazgo de generación en generación como una herencia familiar.