A menos que uno se comporte como el avestruz, escondiendo la cabeza y dejando todo el cuerpo en riesgo de sufrir las consecuencias de un ataque, se debe convenir en que la actual es una situación de crisis generalizada, cuya manifestación primaria se percibe en una actitud de desesperanza y desaliento colectivo de la población, que se expresa en la cotidianidad de las conversaciones sostenidas por los más disímiles grupos de personas pertenecientes a todo el espectro social y económico, en los cuales la gente no desperdicia oportunidad para manifestar su inconformidad con la situación económica personal por la que atraviesa en este tiempo. De tanto escuchar este lamento uno tiende a dejarse convencer y mirar hacia atrás en lugar de seguir el consejo del filósofo danés Soren Kierkegaard cuando afirma: “La vida solo puede ser entendida mirando hacia el pasado, pero debe ser vivida pensando en el futuro”.

Así como no debemos asumir la actitud del avestruz para negar la situación de crisis, el mismo principio vale para entender que existe  una corriente de negocios que refleja mejor la visión de futuro de los inversionistas locales y extranjeros, quienes vienen haciendo inversiones multimillonarias, basadas evidentemente en una confianza en el desarrollo futuro del país.

En los últimos tiempos se ha notado una proliferación de grandes centros comerciales o los denominados “malls”, como los recién inaugurados Blue Mall y Novocentro, amén de los nuevos Ágora y Mundo Mall, intensificando de este modo las actividades competitivas mediante el manejo estratégico de los precios y de otras variables mercadológicas no menos importantes. Acción competitiva que se revierte en beneficio del consumidor.  Son las dos caras de la moneda de vida que nos ha tocado descifrar, comprender y superar en procura de lograr un mañana de mayor bienestar para las actuales y futuras generaciones.