Los objetivos no pudieron haber sido más claramente definidos. Las metas que se aspira alcanzar son de un valor incuestionablemente humanitario. Estos objetivos, metas y valores propuestos y asumidos en el 2000 como por las 189 naciones del mundo reunidos en las Naciones Unidas, se conocen desde entonces como los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
El proyecto, ambicioso por demás pero con fines loables y alcanzables, se encuentra prácticamente en el término medio de ejecución tomando en cuenta que su fecha límite de consecución esta fijada para el año 2015.
No es secreto para nadie las aprehensiones por los retrasos habidos en muchas naciones del mundo como resultado y a consecuencia de las dificultades económicas por las que atraviesan, debido a la crisis que afecta a las economías, principalmente la de los países menos desarrollados.
Al contemplar la naturaleza de los ocho objetivos planteados en la declaración del Milenio nos damos cuenta de que la misión es extraordinariamente grandiosa y su éxito no puede descansar de manera exclusiva, por tanto, en los hombros de los gobiernos de manera particular.
Estos objetivos contemplan eliminar el hambre y la pobreza extrema; educación primaria universal; igualdad de género y mayor poder para la mujer; reducción de la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combate al HIV/SIDA, la malaria y otras epidemias; asegurar la sostenibilidad medioambiental y la creación de una sociedad para el desarrollo.
Con solo 7 años por delante para arribar al punto de llegada las preocupaciones se multiplican al conocer los indicadores que señalan a América Latina, por ejemplo, con 190 millones de personas viviendo en la pobreza, un tercio de la población total, con el agravante de que organizaciones de Naciones Unidas temen que el alza en los precios de los alimentos eleve ese indicador en 15 millones de personas este año.
Ante realidades como estas los líderes mundiales se darán cita en Nueva York el 25 de septiembre próximo en una reunión de alto nivel convocada por el Secretario General de la ONU y el Presidente de la Asamblea General de la ONU para renovar los compromisos de alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio mediante el establecimiento de planes concretos y la adopción de las medidas prácticas necesarias en estos momentos.
En el plano local nos permitimos reiterar nuestra sugerencia de lograr un mayor involucramiento del empresariado nacional como parte de su responsabilidad social corporativa con la sociedad dominicana.