Pocos analistas de la campaña política actual se han percatado de la clara definición del concepto filosófico que transpira de las propuestas de comunicación seguidas por los estrategas asesores de cada uno de los candidatos que optan por alcanzar la Presidencia de la República en las elecciones del próximo 20 de mayo.

El desarrollo de las propuestas hechas al potencial elector, ejecutadas hasta el momento a través de la amplia gama de medios de comunicación envueltos en la campaña, expresa claramente la diferencia de enfoque ideológico que separa a ambos partidos.

Una vertiente de la ecuación tiene a un candidato cuyo perfil se viene definiendo sobre la base de una serie de mensajes de carácter fundamentalmente emotivos, sustentado en un eslogan de campaña como es el de “Llegó Papá”, generador de una pasión colectiva que regularmente no requiere de una respuesta razonada ni de un porqué explicativo.

La otra vertiente plantea la opción contrapuesta, ofertando propuestas y soluciones razonadas a los múltiples problemas que aquejan a la nación dominicana.

Su promesa “Continuar lo que está bien, Corregir lo que está mal,  Hacer lo que nunca se ha hecho”, descansa en un juego de palabras tomadas como base para justificar su espíritu de racionalidad, justificándolo con un “reason why” de apoyo.

Ambas propuestas, respaldadas por una multimillonaria campaña publicitaria y promocional bombardeada de una manera persistente y abierta, están dirigidas a lograr el convencimiento de una población que la Junta Central Electoral (JCE) cerró con un registro por encima de los 6.5 millones de potenciales votantes.

El esfuerzo está orientado a persuadirlos acerca de la conveniencia de otorgar el voto a favor de su  candidato y del partido al cual este representa.