Trípode
Síndrome dispersión de Voluntades

<STRONG>Trípode<BR></STRONG>Síndrome dispersión de Voluntades

Cuando se pretende alcanzar un objetivo de interés común lo primero es trabajar para aunar los esfuerzos de todos los individuos o sectores que pudieran ser beneficiarios de su éxito. Únicamente en los deportes de competición unipersonal se puede procurar lo contrario, y aun así estos deportistas cuentan con el respaldo de un equipo multidisciplinario en su  entrenamiento, previo al momento de enfrentar su compromiso deportivo.

En muchas más oportunidades que las deseadas, esta aseveración, que parece producto de una lógica de pensamiento elemental, tropieza en nuestro país con el síndrome de la dispersión de voluntades manifiestas en las más variadas y heterogéneas actividades. Este síndrome se ha manifestado históricamente en los esfuerzos llevados a cabo por los actores en el campo de la publicidad y la comunicación comercial en sentido general, en interés de contar con una legislación que norme y regule estas actividades desde el punto de vista del consumidor, el productor de bienes de consumo, las agencias intermediarias y los medios de comunicación.

Los intentos han sido múltiples, variados y promovidos desde los litorales más diversos. En ocasiones por iniciativa de un  congresista con algún interés particular en su gestión. En otras por los propios publicistas agrupados en la LIDAP, también por uno u otro medio de comunicación y hasta el Presidente de la República se ha visto involucrado en ocasiones en esta tarea aún inconclusa.

Hasta el momento, y a pesar de todas las propuestas que se han sometido, no ha sido posible consensuar, mediante una oportuna socialización de sus propósitos y alcance, tan siquiera una verdadera adecuación de la famosa Ley 6132 aún vigente y su reglamento 824 a las exigencias mediáticas del Siglo XXI, con todos sus nuevos paradigmas de era de la tecnología de la información y sociedad del conocimiento y la comunicación.

Los últimos cuatro intentos de que se tiene conocimiento parecen tillar el mismo camino del síndrome de la dispersión de voluntades, por cuanto se viene hablando de impulsar un proyecto de reglamento a la Ley de Cine que contemple aspectos puramente de carácter publicitario, mientras la LIDAP cuenta con su propio proyecto y se anuncia también un plan de Pro-Consumidor para reglamentar la llamada publicidad engañosa, en tanto se espera por los cinco anteproyectos de ley sobre libertad de expresión y medios de comunicación que por encargo del Jefe de Estado preparó una comisión de alto nivel, creada con este propósito mediante decreto del Poder Ejecutivo.

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