Triste y ensangrentado viernes

Triste y ensangrentado viernes

SERGIO SARITA VALDEZ
No se trata de un día ordinario como cualquier otro, tampoco de un simple fin de semana largo creado por el artificio legal de mover el primero de mayo, Día del Trabajo, a un lunes 5 de mayo de 2008.

La verdad de lo acontecido debe ser contada para insertarla en los anales de la historia de la medicina forense dominicana. Puesto que por ley no pudimos celebrar el día de los trabajadores de manera conjunta con otras naciones del mundo, los avatares del azar decidieron al día siguiente cargar de muertos la morgue del Instituto Nacional de Patología forense.

Una cifra récord de 16 cadáveres se dieron cita en ese solo día en dicho lugar, a fin de determinar las razones de sus muertes, así como los mecanismos y el modo jurídico de los decesos. Dos de las víctimas eran mujeres, una parturienta infectada y otra tierna damita envenenada.  El resto eran masculinos jóvenes y adultos, casi todos muertos a balazos, incluido un alto oficial de la policía.

Hubo una sola muerte natural en un hombre debida a cáncer pulmonar.  Fue impresionante y estremecedor ver y escuchar a decenas de familiares expresar su hondo pesar ante la evitable pérdida de sus seres queridos. Más doloroso todavía resultó contemplar los cuerpos sin vida de mozalbetes que apenas llegaban a quince años de edad, quienes mostraban múltiples perforaciones causadas por los impactos de los proyectiles de armas de fuego.

Cinco de los baleados procedían del sector La Ureña, de La Caleta de Boca Chica. Para los lugareños, más que tragedia, esto fue un impactante torrente de violencia.  Luto, pena, dolor y llanto es lo que transpiraba aquel ambiente rojo y negro. Y no es para menos. Si observamos que en el mes de abril último se realizaron 123 autopsias en Patología forense, de las cuales 64 correspondieron a homicidios, tendríamos una media diaria de alrededor de dos necropsias de naturaleza homicida. Comparemos dicho promedio con los trece masculinos asesinados el viernes 2 de mayo de 2008.

El ex Vicepresidente y pasado candidato presidencial estadounidense Al Gore en su libro: El ataque contra la razón, ganador del Premio Príncipe de Asturias 2007, reduce a cinco las amenazas a la seguridad mundial. Ellas son: 1) la crisis medio-ambiental asociada al calentamiento global. 2) La amenaza de la escasez de agua. 3) El terrorismo.  4) El problema de las drogas y la corrupción. 5) Las nuevas pandemias, incluido el Sida.

La realidad social dominicana nos pinta un cuadro de preocupaciones con algunas variantes.  Aquí la violencia homicida por armas de fuego, ligada a las drogas y el alcohol, constituyen un mal en crecimiento. Vale la pena resaltar la cantidad de sidosos y tuberculosos en las cárceles del país. Aún cuando Al Gore escribe desde la óptica del mundo desarrollado, su diagnóstico no se aleja mucho de la realidad social nuestra. Ese río de sangre del viernes 2 de mayo de 2008 probablemente tenga algo que ver con la delincuencia asociada al afán de búsqueda de recursos para mantener el vicio juvenil de las drogas en una nación pobre.

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