Triste y lamentable
espectáculo perredeísta

Triste y lamentable <BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2012/06/8360502A-86C0-4A53-8705-6E088CC77B60.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=453 data-eio-rheight=390><noscript><img
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Los últimos sucesos ocurridos en el  seno del PRD, a raíz de su derrota en las pasadas elecciones, confirma lo que por años ha sentido la opinión sensata acerca de la conducta de los dirigentes del principal partido de masas que el país ha tenido en su derrotero democrático de los pasados 50 años.

 No hay dudas que por tantas ambiciones aglomeradas en el seno del partido político de tanto arraigo  popular,  no tienen temperamento  suficiente para reflexionar y darse cuenta de cómo frustran a sus miles de simpatizantes que le otorgan su confianza, y ciegamente los siguen hasta el extremo que una buena parte de ellos querían inmolarse para protestar por el supuesto fraude cometido contra el PRD en las elecciones del 20 de mayo.

 Los días transcurridos desde el pasado viernes primero han sido repeticiones de otras tantas divisiones que en el pasado han afectado  al “glorioso”, que desde su seno se engendra siempre la semilla de su propio desconcierto,  que los lleva a enfrentamientos salvajes e irracionales de gente que se supone tienen una buena cuota de cultura política y de preparación intelectual como profesionales destacados en sus esferas de acción.

 Y esa rebatiña blanca afecta a miles de dominicanos que con su voto externaron su disgusto en contra del actual partido de gobierno, que  pudo consolidar su victoria con el voto de los aliados, impulsándolo por encima de lo requerido para ganar en primera vuelta.

 Es bueno analizar esa costumbre del PRD de estar siempre en pugilato interno y destripándose unos con otros, como  algo muy arraigado en la conducta  de los miembros del partido. Además, después de ocho años fuera del poder, se hace difícil contener a una hambrienta masa de seguidores sedientos por disfrutar de las mieles que se derivan del disfrute  de un cargo gubernamental. 

Se desprende de esa conducta perredeísta de estarse siempre destripando y poniendo zancadillas a sus supuestos colaboradores y amigos como algo muy natural de la conducta general del dominicano, que tiene tantas fallas en su formación,  pero muchas veces se obvia por la naturaleza innata de la cordialidad, simpatías  y entrega para ayudar a los demás. Ese proceder se torna frágil cuando entran en juegos otros intereses del juego del poder. Y por la ponzoña de acaparar riquezas desde el poder,  para elevarse por encima de los demás, lleva a enfrentar a quienes alguna vez fueron como hermanos en sus afanes políticos.

 Al gran público no le causa espanto ese degollamiento interno de los perredeístas, pues lo consideran como algo normal de su comportamiento de tantos años. Lo que se lamenta que tal proceder ahuyenta las posibilidades, que alguna vez una fuerza compacta,  creíble y capacitada de la oposición,  pudiera hacerle frente a la maquinaria morada, que ahora ha logrado establecer una sólida  posición para hacerle frente a cualquier otra fuerza política que se atreva a estremecer sus cimientos en el ejercicio del poder.   

 Con esta nueva dispersión de las fuerzas del PRD, en que solo ha primado el ego exaltado y trasnochado de dirigentes, que supuestamente históricos,  nunca pudieron dar pie con bola para ser los verdaderos orientadores y líderes de una población soñadora de que algunos de ellos encarnaría todo lo que anhelaron los fundadores del PRD,  en especial del recordado y nunca bien llorado Juan Bosch.

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