Triunfo probable en vez de gloria segura

Triunfo probable en vez de gloria segura

RAFAEL TORIBIO
Aún en sistemas políticos desarrollados y democracias consolidadas, el liderazgo de determinadas personas ha sido esencial. En cada país de Europa, por ejemplo, podemos recordar los nombres de varios líderes que pasaron a formar parte de la historia de su respectivo país por su contribución y comportamiento, incluso después de haber dejado de ser la máxima autoridad del Estado. En muchas ocasiones, sus contribuciones por las que aún se les reconoce y recuerda, estuvieron acompañadas de grandes esfuerzos, sacrificios y renuncias. En América Latina también contamos con algunos de estos líderes históricos.

En la ya dilatada, pero todavía inconclusa historia de la democracia en República Dominicana, tres grandes figuras han tenido una preeminencia indiscutible, pertenecientes, además, a tres partidos políticos diferentes: Joaquín Balaguer en el Partido Reformista Social Cristiano, Juan Bosch en el Partido de la Liberación Dominicana y José Francisco Peña Gómez en el Partido Revolucionario Dominicano. Desaparecidos los tres, en cada una de las fuerzas políticas a la que pertenecieron se verifica un proceso, no concluido aún, de sustituir esos grandes liderazgos individuales que fueron determinantes en la conducción de esas organizaciones políticas y en la construcción de la democracia.

De los tres, dos ejercieron la Presidencia de la República y sólo Balaguer lo hizo por varios años en distintos períodos de gobierno. Juan Bosch fue derrocado a los siete meses de haber sido juramentado y a Peña Gómez se le impidió llegar a la Presidencia todas las veces que lo intentó. Sin embargo,  haber sido destituido por un golpe de Estado, en el caso de

Bosch, y no haber sido nunca Presidente de la República, en el de Peña Gómez, no ha impedido que ambos sigan siendo considerados los líderes históricos de sus respectivos partidos, que no han podido aún ser sustituidos, y también de nuestro sistema político.

Contrario a lo que sucede en el PRSC, que todavía no aparece nadie con el potencial reconocido de sustituir a Balaguer, quizás porque su éxito de no permitir un segundo que le pudiera disputar su hegemonía se ha convertido en su gran derrota, en el PRD y en el PLD, figuras con esta potencialidad han rechazado esta responsabilidad histórica al haber preferido un posible triunfo a la gloria segura.

Hipólito Mejía, que pudo ser el sucesor de Peña Gómez en el liderazgo interno del PRD, y ser referente en el sistema político nacional, se decidió por la aventura de la reelección. En busca de la repostulación, dividió al partido, humilló a los dirigentes que se le opusieron, para terminar siendo derrotado de forma humillante en las elecciones presidenciales. Pero como en el PRD los que pierden son los que ganan, mantiene una hegemonía, más por imposición, control y disponibilidad de recursos económicos que por un genuino liderazgo, pero su apoyo resta más que lo que aporta, sobre todo a lo exterior del partido. Con solo habiendo permanecido siendo un hombre de palabra, rechazando la reelección, pudo ser el líder del PRD y una referencia y reserva en la política nacional.

El presidente Fernández ha decidido seguir los pasos de Hipólito Mejía. Primero trata de imponerse como precandidato del partido, con todo el riesgo que esto representa para que esa fuerza política concurra fuertemente unida a las elecciones presidenciales del próximo año y, luego, teniendo que hacer todo lo que las circunstancias exijan para evitar una derrota que comprometería seriamente su futuro político.

Con solo haber pospuesto la posibilidad de su retorno al poder sería el heredero indiscutible del liderazgo de Juan Bosch y también permanecería como una referencia y reserva política nacional.

Debemos tratar de preservar a nuestros líderes y ayudarles para que no desperdicien las oportunidades para desarrollar, en todo su amplitud, sus potencialidades. Pero ellos deben colaborar para que esto se logre. ¿Por qué prefieren un posible triunfo a una gloria segura? ¿Por qué se rechaza una responsabilidad histórica que debe ser asumida? Pudiera ser

porque en vez de aspirar a ser los herederos del liderazgo histórico de Bosch y Peña Gómez les atraiga más la hegemonía de Balaguer.
rtoribio@intec.edu.do

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