POR MU-KIEN ADRIANA SANG
Hace tiempo que quería hacer este artículo, pero no sabía cómo abordarlo. Todo comenzó cuando en el post grado en educación cívica me tocó facilitar la asignatura Estructura del Estado Dominicano. Al hacer el análisis, fui quizás muy crítica en mi exposición. Una de las estudiantes, muy aguda ella, me preguntó, entonces profesora ¿hemos triunfado o hemos fracasado? Me quedé mirándola sorprendida. No recuerdo qué le respondí. Sólo sé que su pregunta me puso a pensar.
Pedro San Miguel, historiador-hermano puertorriqueño, escribió y publicó hace varios años un libro sobre nuestro país que tituló La Isla Imaginada. En el mismo Pedro hace un balance histórico sobre la otredad dominicana, y plantea que hemos definido nuestra identidad a partir de nuestra negación de Haití. Más aún, el amigo señala que el discurso de los historiadores dominicanos es esencialmente pesimista y trágico. Cada capítulo está dedicado a sus amigos y amigas. Tuve el privilegio de estar entre ellos. En la dedicatoria, me dice algo así, a mi amiga Mu-Kien, quien también es trágica. Cuando la leí, me sorprendí y por qué no decirlo, me molesté también. Después que la molestia se desvaneció me puse a reflexionar y me hice una pregunta: ¿Triunfo o fracaso?.
¿Tendré una visión pesimista de la historia nuestra? ¿Tendré yo una visión pesimista de nuestro futuro? ¿O es que acaso nuestra historia ha sido historia escrita con sangre y sudor, trágica en su esencia? ¿Será que el presente que hemos construido hace que el futuro se presente bajo un gran signo de interrogación? ¿Seré yo la trágica o será la propia herencia recibida la que ha estado marcada por la tragedia? ¿Hemos fracasado como nación? ¿Hemos triunfado como nación?
He buscado las respuestas. No las encontré. En mi búsqueda en libros y documentos, me han surgido nuevas preguntas. Constato varias cosas. Las páginas de la historia de la humanidad han sido escritas con la sangre de millones de personas. La historiografía universal ha seleccionado 7 obras maestras de la humanidad, entre las que podemos citar, a las pirámides de Egipto y a la muralla China, dos obras que han permanecido intactas a través del tiempo. Detrás de esas dos maravillas humanas se esconde una gran injusticia social ¿Puede alguien imaginarse cuántos esclavos murieron en la construcción de esos dos titánicos monumentos?
El mundo ha sido escenario de hermosos movimientos revolucionarios, que inspiraron a las masas porque anunciaban la buena nueva de una mejor vida. La Revolución Francesa, la misma que enarboló como consigna la Libertad, la Fraternidad y la Igualdad, sucumbió a la voluntad asesina de Robespierre y luego al deseo de conquista de Napoleón Bonaparte, el hombre que devolvió la grandeza a la Francia, pero que quiso instituir un nuevo tipo de monarquía con su modelo llamado El Imperio.
La teoría marxista permeó el pensamiento político de finales del siglo XIX. Con la intención de contrarrestar el liberalismo político que se hizo dominante después de la revolución industrial y en la búsqueda de romper con el idealismo hegeliano, Marx y Engels crearon el materialismo histórico, filosofía y teoría política que reivindicaba el valor de las grandes masas explotadas a través de la historia, comenzando con los esclavos que luego se convirtieron en vasallos hasta que la sociedad cambió al capitalismo y los explotados, ahora asalariados, alcanzaron la categoría de obreros. Sus teorías inspiraron a muchos jóvenes en el mundo. La Revolución Rusa donde las masas rusas dirigidas por los bolcheviques, sacaron a patadas al Zar y su familia. Tiempo después se produjeron enfrentamientos. Líderes como Trostky salieron despavoridos. De esta revolución nació Stalin, uno de los más grande asesinos en masas que ha conocido la humanidad.
El líder rojo de China continental, el gran Mao, dirigió las masas para, de las entrañas de la sociedad feudal y pre feudal china, construir una nación justa e igualitaria. Los horrores de la revolución cultural todavía se sienten en esa sociedad.
En agosto de 1790 un grupo de esclavos haitianos, se organizaron a golpes de tambores para enfrentar a los hacendados explotadores franceses. Armados de machetes, palos y mucho odio, iniciaron la primera revolución negra en América. Después de haber vivido años de explotaciones y vejaciones, lograron vencer a los franceses para crear la primera nación negra del nuevo mundo, la cual al cabo de unos años se dividió presa de sus propias contradicciones.
¿Qué ha pasado entonces en la humanidad? Es cierto que hemos progresado. De la piedra, pasamos a los metales. De la navegación en pequeños botes llegamos hoy al mundo de la aeronáutica, a la comunicación inter espacial, a la tecnología digital. Es cierto que de la esclavitud pasamos a la servidumbre para luego llegar al trabajo asalariado. Pero ese balance positivo ha costado muchos sacrificios y mucha sangre. ¿Quién podrá responder por los cientos de millones de personas víctimas de un sistema injusto? No soy de las que piensa, como algunos, que ese es el precio del progreso. Me resisto a pensarlo ¡Al Diablo con esa posición utilitaria y poco humana! ¿Qué piensas tú?
msang@pucmm.edu.do
mu-kiensang@hotmail.com