Tropas en Irak

Tropas en Irak

[b]Señor director:[/b]

Pese a que el secretario de Estado de las Fuerzas Armadas dominicanas aseguró públicamente en varias ocasiones que las tropas enviadas inconstitucionalmente a Irak no eran tropas de combate e iban con tareas pacíficas de reconstrucción, el martes 6 de abril recibieron orden de atacar. Atacaron a patriotas de la resistencia iraquí, refugiados en un hospital, matando por lo menos a dos de ellos y posiblemente a más.

Es esa una acción, irreflexiva, lacayuna y temeraria, que arriesga a nuestro país a ataques terroristas de organizaciones fundamentalistas que han jurado hacer víctimas de tales ataques a los países que como el nuestro, han enviado tropas a ocupar su patria y a matar iraquíes. En caso de que dominicanos mueran y se produzcan daños materiales por esa causa, todos lo lamentaremos pero el primer responsable, penal y civilmente, será el Presidente actual, Hipólito Mejía, ante la nación y ante las víctimas y sus familiares y relacionados, junto a los demás coautores y cómplices. Hipólito ha revelado que acordó motu propio con los Estados Unidos que esa tropa permanezca en Irak hasta el mes de junio.

Serán responsables porque la Constitución Dominicana en su artículo 3 consagra el principio de la no intervención como «norma invariable» de la política internacional dominicana, no autorizando el uso externo de nuestras Fuerzas Armadas y porque tampoco el artículo 93, que define el rol de las Fuerzas Armadas, autoriza tales aventuras internacionales que exponen la seguridad nacional. Por tanto, al disponer el envío de tropas dominicanas a Irak, el Presidente Mejía abusó de su autoridad, cometiendo un acto de fuerza por su interés personal de obtener apoyo político y económico de Washington. Debo consignar en justicia, que ha contado con la complicidad del ex-presidente y candidato presidencial doctor Leonel Fernández, quien por las mismas espurias razones políticas y económicas, ha proclamado su apoyo al envío de tropas a Irak manifestando que en caso de ganar las próximas elecciones, las mantendría allí… Ese hecho es obviamente execrable, dada la circunstancia de que la República Dominicana ha tenido que combatir dos veces para expulsar tropas norteamericanas que han invadido nuestro territorio y ofende la dignidad nacional que conviertan nuestros soldados en mercenarios para apoyar en otros países, los abusos y crímenes que las tropas estadounidenses cometieron contra el nuestro en 1916 y 1965. Esa circunstancia, permite calificar nuestra inconsulta colaboración en la opresión de Irak, como un acto indigno y desvergonzado. Igualmente, resulta ser inaceptable que se permita que tropas norteamericanas desembarquen en nuestro país con la excusa de participar en ejercicios militares, que más bien parecen entrenamientos para una nueva ocupación del territorio nacional, caso en el cual los dominicanos tendríamos el deber de emular las tácticas de resistencia y el coraje del valeroso pueblo iraquí contra los invasores y los traidores colaboracionistas. Cuando me refiero a esa eventual resistencia de los dominicanos, incluyo, no solo a los civiles, sino también a nuestros militares activos y retirados aptos, obligados a ello por patriotismo y por honor.

Por último, deseo expresar mi asombro por la circunstancia de que las tropas criollas, pese a haber recibido numerosos ataques con mísiles, morteros de diversos calibres, lanzagranadas y armas automáticas, no hayan tenido hasta ahora, muertos y heridos: eso es casi increíble y deseo que sea verdad.

En cualquier caso, las tropas dominicanas, que jamás debieron ir a Irak, deben regresar lo antes posible, tal como justamente reclama el cardenal López Rodríguez. Igualmente, con el vecino Haití ocupado militarmente, el pueblo dominicano, por su propia seguridad y respeto a su soberanía, debe exigir que se marchen sin demora y no regresen más, las tropas extranjeras que inconstitucionalmente han ingresado al territorio nacional en el actual y la anterior administración con la excusa de ejercicios militares conjuntos.

Atentamente,

Pedro Manuel Casals Victoria

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