Tropezar con el mismo ciclón

Tropezar con el mismo ciclón

La llegada de la temporada de huracanes genera puntualmente un llamado a todos sobre la importancia de la prevención: la del corto plazo para situaciones inmediatas y la que reclama medidas de orden social en vista de que la precariedad habitacional y el asentamiento desordenado en zona vulnerables confieren permanencia de difícil solución a las posibilidades de desastre. Cada presagio en firme de presencia ciclónica de potenciales efectos destructivos podría poner a prueba desde hoy como en anteriores lapsos anuales, la eficiencia de autoridades para movilizar voluntades y disponer de recursos para proteger vidas y bienes. Deben preverse la activación de refugios y la reserva de suministros para cubrir necesidades cuando surja la emergencia de evacuar pobladores antes o después de inundaciones que inhabiliten viviendas de zonas bajas o de otra riesgosa exposición a la lluvia, el viento y los oleajes.

En márgenes de ríos de distintas regiones, con bordes y precipicios peligrosos, mora la deuda social que genera hacinamientos y puebla arrabales a través del círculo vicioso de la pobreza. A la mayoría de esos conglomerados de la desdicha los ciclones que vuelven y vuelven cada año los encuentran en el mismo lugar de indefensión ante los fenómenos atmosféricos. Con su fuerza colosal la naturaleza también nos da motivos de sobra para combatir la marginación extrema.

Fallando enlo elemental

La estructura básica del Estado para ofrecer respuestas a los ciudadanos afectados por la delincuencia queda expuesta como desastrosa tras una denuncia responsable de la destacada psicóloga Ana Simó. Alarma y defrauda su relato sobre el sorprendente estado de abandono (malolientes y sin una mínima capacidad para recibir querellas) de por lo menos dos destacamentos a los que acudió a denunciar tres robos en cadena.
Un servicio de orden público no debe fallar en el primordial aspecto de acoger diligentemente a quienes acuden en busca de auxilio tras ser víctimas de azotes delictivos. Si en puestos de la PN no aparece un personal que saque la cabeza por la ley ni disponga de condiciones elementales para registrar agresiones a los hogares y negocios, se hace difícil creer que se trabaja seriamente por la seguridad.

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