Tropiezos de Pedernales antes de su despegue

Tropiezos de Pedernales antes de su despegue

Las «buenas» intenciones de los fieros seguidores del turismo ecológico, para que Pedernales se convierta en una zona libre de desarrollo minero e industrial, han alcanzado el éxito para que los proyectos existentes de explotación minera en bauxita y cemento sean cancelados y darle a la zona un ambiente paradisiaco para sus planes de ambiente verde y silvestre para el disfrute de los turistas.

Estimular y presionar para que las autoridades hayan adoptado una actitud radical de cerrarle el paso a la inversión privada, paralizando la explotación de la bauxita y frenar los molinos de la cementera de la zona, es algo preocupante para las inversiones extranjeras cuando se pretende promover un renacer de los radicalismos de doctrinas ya descartadas para supuestamente impulsar un desarrollo social, empobrecedor del ser humano en perjuicio de la región más pobre del país.

Un cluster turístico argumenta y lanza su cortina de humo, ocultando que si ahora existe trabajo en esa pobre zona es por el estímulo que ambos consorcios industriales han realizado, tanto para explotar el mineral de la bauxita para fines de exportación y el tratamiento industrial a la roca caliza de la zona para producir cemento, esencial para la industria de la construcción.

Perdura la timidez de las autoridades de las pasadas administraciones políticas de extender la agonía de la zona de Pedernales para el aprovechamiento turístico tan solo con el trazado de una trocha para llegar hasta La Cueva en la bahía de las Aguilas. Solo se aprovechan las excelentes carreteras mineras que dejó la Alcoa para llegar hasta el Hoyo de Pelempito, pero se dejó destruir la carretera que iba desde Duvergé hasta Pedernales.

El escaso impulso para acoger visitantes se escuda que es una zona para dedicarlas a los visitantes contemplativos de la vida silvestre, tanto de la fauna como de la flora, dejando pasar los mejores tiempos como ha sido el caso de llevar hasta casi la destrucción y el abandono el aeropuerto María Montez, que en su momento se consideró sería el puntal para impulsar el desarrollo regional.

El desarrollo turístico e industrial de la península quedó plasmado en planes e informes de la trampa que se hizo con las tierras que fueron repartidas como vaca muerta a los más variados testaferros del gobierno de la época del doctor Balaguer en la década del 90, dejándole un dolor de cabeza a la autoridades que heredaron ese embrollo legal, que la presente administración con responsabilidad los ha ido depurando los entuertos de los falsos títulos que le fueron saqueados al Estado.

El desarrollo turístico de la zona, a lo largo del paradisíaco paisaje de Barahona hasta Enriquillo, se ha quedado en embrión y hasta un hotel de más de cien habitaciones en Baoruco cerró hace algunos años.

Ahora cuenta con la presencia de empresarios dominicanos de gran visión y de los microempresarios hoteleros de origen italiano que han establecido una cadena de hoteles pequeños de no más de 20 habitaciones, que atraen a una clientela muy especial para disfrutar del litoral e incursionar poco a poco en Bahía de las Aguilas y la sierra de Baoruco hasta llegar a Pedernales con escasas facilidades de alojamiento.

Casa Bonita es un hotel boutique insignia de la zona al cual se le unen los italianos Playa Azul, Oasis Italiano, Ponte Vedra y otros que atraen a un turismo de origen europeo que disfrutan plenamente, tanto de los paisajes como de la vida silvestre de la zona de la sierra y ofrece una idea de cómo será el desarrollo turístico cuando se decidan rehabilitar el aeropuerto María Montez, cuyas instalaciones están muy deterioradas y hasta resulta peligroso aterrizar en la pista principal.

Pedernales debe atenderse y acudir en su ayuda para apoyar el desarrollo provincial, pero no en base de erradicar la actividad empresarial de alto riesgo para reemplazarlo por un turismo ecológico de poco gasto dejando de producir riquezas si la industria pesada y la minería se alejan de la zona, ya que los grupos ecológicos, amigos del verde, son enemigos de la inversión rentable y desdichadamente encuentran sus creyentes para convencerlos de que el capital privado es nocivo si se invierte en otras áreas que no sea del turismo para la contemplación de la vida silvestre.

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