Trujillo, Balaguer y los militares

Trujillo, Balaguer y los militares

“Balaguer y los militares dominicanos” es un libro de la autoría de Brian J. Bosch, Agregado Militar de la Embajada de Estados Unidos en Santo Domingo de 1971 a 1974. Fue publicado en inglés en el 2007, y ahora la Fundación Cultural Dominicana que dirige Bernardo Vega lo ofrece en traducción al español.

La trama se articula casi en estilo novelesco, con elementos de suspenso que mantienen el interés en un tema que de entrada podría resultar fastidioso y hasta funesto. La traducción es excelente y se lee con fluidez.

El trabajo descansa en documentación diplomática desclasificada como telegramas, aerogramas e informes de embajadores y agregados militares norteamericanos. Utiliza material dominicano, incluidas referencias a revistas de las Fuerzas Armadas, periódicos y noticias radiales; y también, entrevistas  a personas claves.

El libro se estructura como un rompecabezas en la identificación de personajes militares, las posiciones que ocupaban, cómo se movían y los movían, sus intenciones, fortalezas y debilidades. Los argumentos serán corroborados o refutados por  quienes tuvieron una participación directa o indirecta en los acontecimientos, o han realizado investigaciones al respecto.

El eje central de la obra se articula alrededor de cómo los militares dominicanos fueron durante mucho tiempo conspiradores políticos.

Las técnicas de subordinación militar de Trujillo consistían en: 1) ejercer absoluta autoridad sobre los militares, incluyendo los ascensos, las jubilaciones, organización y financiamiento; 2) no mantener ningún militar mucho tiempo en un puesto para que no desarrollara adeptos; 3) proporcionar los medios para que los oficiales estuvieran satisfechos con el uso de la corrupción y privilegios especiales; y 4) nombrar a miembros de las familias y compinches en puestos claves a pesar de su baja calidad militar.

En la post-dictadura, Joaquín Balaguer utilizó las remociones constantes, el equilibrio de poder entre los principales oficiales, la intriga y los beneficios especiales. Físicamente debilucho en comparación con Trujillo, Balaguer estableció su poder sobre los militares fomentando la intriga y la incertidumbre, y adoptó técnicas ya establecidas como la baja formación militar y la asignación de beneficios especiales.

Aunque Balaguer esperaba lealtad, no contaba con ella, y por eso se mantenía moviendo las fichas militares y sosteniendo las rivalidades entre importantes jefes militares como Neit Nivar Seijas, y Enrique Pérez y Pérez. Este último fue evaluado positivamente por los asesores norteamericanos, Héctor García Godoy lo promovió, y Joaquín Balaguer lo retuvo como Jefe de las Fuerzas Armadas al tomar posesión en 1966.

El estilo de Balaguer de divide y vencerás, se basó en una estrategia bien sopesada: 1) mantuvo los extremos (Wessin a la derecha y Caamaño a la izquierda) fuera del sistema militar de comando, 2) trabajó con individuos y facciones, no con unidades o subdivisiones, y 3) los oficiales aceptaron sus manipulaciones porque les dio un buen estilo de vida.

El sistema consistía en poner los camarillas a que se pelearan entre sí; hacer nombramientos de personal sin previa advertencia (los oficiales se enteraban muchas veces por radio que habían sido nombrados o removidos) y dejar que prevaleciera el rumor.

Cuenta Brian Bosch que cuando un oficial norteamericano felicitaba a un dominicano por su profesionalismo, el oficial le pedía que no lo comentara a un jefe dominicano para evitar resentimiento de los superiores menos preparados.

Aunque manipulador de los oficiales y triunfador en medio de conflictos, Balaguer enfrentó fuertes tensiones militares durante el período 1966-1978. A Wessin lo aplastó con la vergüenza pública, a Caamaño lo eliminó físicamente, a Nivar Seijas nunca le dio todo el poder que quería, ni tampoco a Pérez y Pérez.

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