Trujillo: ¿resentido o megalómano?

Trujillo: ¿resentido o megalómano?

REYNALDO R. ESPINAL
En el año de 1939, finalizado el trienio cruento de la guerra civil española, publicó Don Gregorio Marañón, el eminente sabio y humanista, una extraordinaria biografía titulada «Tiberio: La Historia De Un Resentimiento», que más que una biografía es una auténtica «Patografía», por cuando su autor, con enciclopédicos conocimientos médicos e históricos, dibujó con trazos insuperables la psicología del resentimiento tomando como modelo al contradictorio emperador romano.

Afirmaba en dicha obra Marañón, citando a Don Miguel De Unamuno, que… «no figura entre los pecados capitales el resentimiento, y es el más grave de todos, más que la ira, más que la soberbia…».

En lo que respeta a nuestro quehacer intelectual no disponemos aún de un estudio acabado sobre la personalidad de Trujillo, en el cual se profundice utilizando las herramientas imprescindibles de la Psicología, la Psiquiatría y la Ciencia Histórica en el perfil conductual del sátrapa implacable.

En su interesante obra «La Palabra encadenada», el doctor Balaguer realiza un esfuerzo por retratar psicológicamente la personalidad de Trujillo, llegando a considerar que el dictador… fue en el fondo un resentido que humilló a todo el mundo para vengarse de los desprecios que recibió cuando luchaba por ascender en medio de una sociedad hostil que lo deslumbró desde lejos con sus oropeles fastuosos y con sus pompas mundanas». A decir de Juan Bosch, en su interesante estudio: «Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo»… «la persistencia de Trujillo en pasar de la categoría «de segunda» a la «de primera» indica hasta qué grado era una naturaleza no evolucionada y un arribista atípico..».

La modernas corrientes de Psicología infantil y evolutiva, sobre todo a partir de los grandes aportes de Jean Piaget y Erick Erikson, establecen la trascendencia de los seis primeros años en la vida del niño. Las vivencias, emociones, rechazos y temores de esta etapa dejan profundas huellas psíquicas y afectivas en las manifestaciones conductuales del niño herido que deviene en adulto.

Cierto es que en espíritu superiores puede producirse un mecanismo de sublimación donde las circunstancias adversas sirven de inspiración para generar comportamientos y sentimientos superiores como la generosidad y el bien. Por eso llevaba razón Marañón cuando en el libro precitado afirmaba que: «…el primer problema que, por lo tanto, sugiere el estudio del resentimiento es saber cuáles son las almas propicias y cuáles las inmunes a su agresión».

Para intentar comprender la configuración psíquica de Trujillo es preciso ubicarse en el contexto geográfico, familiar y social en que le correspondió vivir los años determinantes en que se formaban su carácter y su personalidad. Un San Cristóbal rural empobrecido, una familia disfuncional, una sociedad herida por los rezagos coloniales del abolengo y la aristocracia del apellido.

¿Sufriría, acaso, la frustración de saber que su padre José Trujillo Valdez fue condenado por homicida en 1899 o que el mismo fue el resultado de la unión legítima de un calié español con una hospedera banileja agresiva y conspiradora?

¿Sintió el vejamen de los huéspedes que visitaban con frecuencia la hospedería de su abuela Silverita, la «Candelaria Ozán» de la novela «Engracia y Antoñita», de Francisco Gregorio Billini, novela que, por cierto, no fue difundida durante la permanencia del régimen?

La comprensión profunda de Trujillo no se agota con la superficial tarea de catalogar sus preferencias sexuales, enumerar sus crímenes o relatar sus orgías.

Trujillo fue complejo en su personalidad y en su carácter y aún no ha aparecido entre nosotros el Marañón que lo analice con ciencia y conciencia, que lo diseccione con el bisturí de la Psicopatología y de la historia, sin obnubilarse con su histrionismo ni sus poses fingidas.

Por supuesto, es labor intelectual paciente, tal vez inalcanzable para los obsesos de nombradía intelectual, pues como afirmara certeramente Balaguer en el discurso inaugural del Instituto Trujilloniano el 24 de Octubre de 1953 «…mucho se ha escrito y se ha hablado sin duda acerca de Trujillo y sus obras de gobierno, pero la mayor parte de esa literatura se reduce a ditirambos calurosos o a loas inspiradoras…»

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