Trujillo y Darío Contreras

Trujillo y Darío Contreras

Cada cierto tiempo aparece una que otra preocupación porque el doctor Darío Contreras solo es reconocido como el médico que asistió a Trujillo cuando fue infectado por el ántrax en mayo de 1940. De modo indudable era un médico excelente, no podemos escatimarlo, no obstante su nombradía y la designación con su nombre del principal hospital ortopédico del país fue por las atenciones que le prestó al «Jefe». Sin ese paréntesis aciago a Darío Contreras lo recordáramos como un magnífico cirujano más. El hospital fue inaugurado el 16 de mayo de 1960, como parte de las actividades del «30 aniversario de la Era de Trujillo». La reseña de El Caribe apunta que el nombre del establecimiento se hizo: » … acogiendo una expresa recomendación del Padre de la Patria Nueva, Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, quien se hallaba presente en el acto». (Darío Contreras para la época era senador).

De igual modo Trujillo ordenó designar con los nombres de sus médicos personales y de su familia los hospitales militares (construidos con el dinero del Estado) Marion y Bustillos, y el hospital para civiles Morgan, por suerte a la caída del régimen a estos centros les asignaron nuevos nombres: Enrique Lithgow Ceara, Ramón de Lara y Luis Eduardo Aybar, respectivamente, excelentes médicos, los dos primeros enemigos del régimen, y el siguiente opositor pasivo, que murió cuatro años después de iniciada la tiranía. Con el patólogo Lithgow Ceara los remanentes del trujillismo (todavía enquistados en el Estado) se vengaron y cuando se trasladó el hospital militar a su nueva edificación en el Naco, le cambiaron el nombre designándolo como <Hospital Central>. «Mejor» innominado que con el nombre de un prominente médico anti-trujillista.

Lo más lamentable es que hoy los méritos de médicos tan brillantes como Darío Contreras pero sin la suerte de éste, descansan en el inexorable abismo del anonimato, no fueron agraciados con la designación de hospitales con sus nombres no sólo meritorios, sino próceros, dignos ejemplos del deber ser ciudadano, tales son los casos de: Miguel Pardo, considerado junto a Ramón de Lara, Luis E. Aybar y Arturo Grullón como los mejores cirujanos de su época, fue jefe de cirugía del hospital Padre Billini y la Clínica Ibérica en la calle Espaillat.

Los periódicos El Mundo, La Opinión y el Listín Diario recogieron parte de sus frecuentes éxitos quirúrgicos. Asediado, salió al exterior luego del primer cuatrienio de la tiranía, activo miembro del exilio, parece falleció allende los mares, no se conocemos su destino final. Octavio Mejía Ricart, cirujano torácico, abandonó su muy bien remunerado cargo en el John Hodgkin Hospital, para integrarse a la expedición de la raza inmortal en junio de 1959, allí, en pleno campo de batalla, le hizo una cirugía salvadora al entonces mayor del ejército Anselmo Pilarte, obviando que era un oficial enemigo. Rafael Mella, anestesiólogo y otorrino, se retiró de su importante trabajo en el Roosevelt Hospital de New York para integrarse a la expedición de la raza inmortal. Felipe Maduro, traumatólogo y deportista, y el aguerrido Manolo Lorenzo Carrasco, también miembros de ese contingente patriótico-armado del 14 de junio.

Manuel Tejada Florentino y José Fernández Caminero, los primeros cardiólogos graduados en el exterior, tras su regreso al país se incorporaron a las actividades conspirativas anti-trujillistas, Tejada murió en la silla eléctrica de la cárcel de la 40. Antonio Román Durán, español, el primer neuropsiquiatra que ejerció en el país, profesor de la universidad, fue el único médico que en 1946 se atrevió a curar a un reconocido opositor a la tiranía herido en la calle Del Conde por órdenes de Trujillo, por este acontecimiento debió salir del país, fue entusiasta colaborador del exilio anti-trujillista. Acela Morel, la principal obstetra de la época, encarcelada en la tenebrosa cárcel de la 40 por su vinculación al movimiento clandestino 14 de Junio; la sobreviviente Josefina Padilla, maestra de generaciones médicas en la UASD, en su juventud junto a otro héroe médico olvidado, Pericles Franco, encabezaron a la “Juventud Democrática” en sus atrevidas y patrióticas actividades públicas de protestas contra la tiranía.

Viriato Fiallo, al leer sus trabajos de investigación médica observamos su calidad de investigador, truncadas por el asedio cotidiano que le correspondió en su dificil condición de reconocido opositor interno a la tiranía, luego cometió errores, pero esto no inválida su valiosa posición anterior.

Podríamos seguir citando otros médicos excelentes que aportaron sus servicios al país cuando fue necesario, pero pecaríamos de prolijo, solo consignaremos algunos nombres más: Francisco Castellanos, Francisco Canto y Juan Isidro Jimenes Grullón, de la dirección del Movimiento de Liberación Dominicana que organizó la repatriación armada del 14 de Junio; Leovigildo Cuello, García Carrasco, hermanos Ellis Cambiaso, Sorrentino, Onofre Marmolejos, Guido Despradel Batista, Heriberto Pieter, Luis Mañón, Marcelino Velez Santana y Luis Manuel Baquero, los últimos seis, disidentes internos, algunos con discreción.

Lo que debemos lamentar es que al pasado régimen se le requirió tomar en cuenta a los héroes mencionados para la designación con sus nombres de nuevos hospitales, sin embargo, la solicitud fue depositada en el muladar. Esperamos que el presente gobierno, en particular el Presidente de la República, tome en cuenta el valioso servicio prestado a la patria por estos médicos.

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